martes, junio 24, 2008

Desayuno con miradas

Estaba a punto de desayunar, de hecho comenzaba a mojar la galleta en el café con leche, cuando la he visto apoyada en el quicio de la puerta. Muy lentamente se ha sentado a la mesa, junto a mí. Quizá deseaba que viese su vestido nuevo, hecho de olvido, o, simplemente, estar cerca de mi. Sus ojos no me hablaban como en otras ocasiones, ni su sonrisa se derramaba sobre mis manos. Frágil y triste se conformaba con verme desayunar lentamente, mojando cada galleta, con su lengua recorriendo sus labios dulcemente, sin la voluptuosidad de otros momentos. Empecé a entenderla. Me chantajeaba infamemente con su actitud; un chantaje afectivo directo y sin ambages. Sonreí un breve instante, el que tardó en posar en mi sus ojos acerados y acariciar con delectación el filo de un cuchillo cebollero. No me atraganté con la última galleta porque estoy acostumbrado a sus escenas de celos y a sus arrebatos chantajistas. Esbocé una sonrisa entre displicente y compasiva y le prometí que hoy mismo volvería con ella. Por la tarde cumplí mi promesa y la encontré dispuesta a ser impregnada por la tinta sobre el papel en blanco. Le supliqué perdón por haberla abandonado una vez más y ella volvió a comportarse como el personaje agradecido que es. El resto de personajes la odian porque saben que es mi preferida aunque comprenden a su pesar que sin ella no habría escrito.
Hay quien dice que los personajes son eternos. Espero que a este se le haya olvidado su eternidad.

lunes, junio 16, 2008

Humos

Mijaíl Mijáilovich Bakhtin, filósofo y semiólogo ruso, durante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial se fumó la única copia de uno de sus manuscritos, un estudio sobre literatura alemana que le había llevado años escribir. Una por una, cogió las páginas del manuscrito y utilizó el papel para liar sus cigarrillos, fumándose cada día un poco más del libro hasta que no quedó nada.