jueves, noviembre 12, 2009

Cosas de chicas (y 3)

Parece que quedó claro que cuando una chica elige un vestido o decide visitar al cirujano estético es porque quiere estar guapa, o más guapa aún de lo que ya es. ¿Y para "quién" quiere ponerse guapa? He escuchado muchas opiniones al respecto, pero voy a quedarme sólo con tres: Para ella misma, para los hombres, para las otras mujeres.
Posiblemente sea un conjunto, una mezcla de las tres posibilidades. Y, aunque mi amiga la Fatica me prevenga de que no me adentre en arriesgados jardines y Turu vaticine con rigor que me las darán todas en el mismo lado, no me resisto a la tentación de crear una pequeña polémica con este asunto. Por enredar, solamente.
Obvio será que la apreciación masculina limitará en buena medida mi opinión. Como también es obvio que las chicas tienden a volverse un poco herméticas en estos negocios, pues no acostumbran a dar mucha explicación sobre el por qué o por quién se ponen guapas. Propenden a dejarnos adivinar la causa, sobre todo si somos nosotros esa causa; y más vale que seamos capaces de dar con la solución correcta o el misterio sugerido.
-¿No me ves nada distinto?
-Te cambiaste el peinado.
Salvados.
-No, mastuerzo, llevo una blusa nueva.
Condenados.
Pero las chicas siempre perdonan nuestras torpezas y nuestros despistes y siguen poniéndose guapas para nosotros. Y sabemos que es para nosotros porque les sonríen los ojos al mirarnos cuando se han vestido su blusa nueva, esperando que nos guste tanto como a ellas.
Dicen (yo lo escuché en el tranvía, o en el autobús) que las mujeres no se ponen guapas para los hombres, sino para "su" hombre. Bajo el vestido o traje elegante y vistoso, se cubren con una ropa interior más primorosa todavía.
¿Sólo para su hombre? ¿Para si misma? ¿Para otras mujeres? ¿Por qué las mujeres eligen una ropa interior y no otra?
Los hombres, que somos sencillos y planos como el encefalograma de la momia de Tutmosis, tenemos pocas alternativas con respecto a la ropa interior. Las chicas tienen un universo y saben aprovecharlo. Si aplicamos un silogismo hipotético a este asunto de la ropa interior femenina, resultará que ellas son las complicadas y no nosotros.
Cuán importante es en una mujer su ropa interior.
Los chicos nunca llegaremos a las chicas a la suela del zapato. Pero yo este invierno pienso comprarme unos "marianos" monísimos por si hace mucho frío. ¿O no me los compro?

jueves, noviembre 05, 2009

Cosas de chicas (2)

Cuando dos amigas coinciden por azar en la consulta del dentista, se animan mutuamente diciéndose que la anestesia no duele como antes, y que el torno no da tanto miedo. Hablan relajadamente, dentro del nerviosismo que siempre entraña una sala de espera, y hasta podrían ser capaces de contarse un chiste. Pero si ese encuentro se produce en la consulta del cirujano estético, la cosa pinta peor. No pueden disimular la sorpresa ni el desagrado. Se miran de soslayo con una sonrisa dibujada por el enemigo, hablan lo imprescindible y lo imprescindible tiene relación con la meteorología, el tráfico y las obras. El resto de temas es intocable.
El primer pensamiento que les asaltó al encontrarse en la misma sala de espera fue: "¿Por qué ha tenido que venir aquí y ahora, precisamente, esta estúpida?". Aunque es posible que el término estúpida sea sustituido por otro más acerado. Y aquella amiga que antes -o en otro lugar- era un encanto, se ha convertido en el ser más aborrecible, antipático y detestable de la Creación.
Cuando a la que estaba citada en primer lugar le llega su turno, hace una mueca y entra en la consulta. Allí, además de tratar con el médico "lo suyo," intentará indagar "a qué ha venido su amiga Fulanita". Y, hará lo posible por reconvenir a médico y enfermera de que no le digan ni por asomo a la otra el motivo de la consulta. Médico y enfermera se mostrarán incluso molestos de que se ponga en entredicho su profesionalidad. Con la otra sucederá exactamente igual, está claro.
Si el médico o la enfermera tienen algún lazo de amistad o confianza con alguna de ellas, cantarán la Traviata, y una sabrá que "plastia" (como diría mi amigo Turu) le van a hacer a la otra. Y cuando se vuelvan a encontrar en cualquier circunstancia, la que sonría de oreja a oreja será la que sepa lo que le hicieron a la otra.
¡Qué curiosa habilidad tienen las chicas para localizar cualquier trabajo estético, caramba! Basta que uno diga:
-Jo, qué pechugamen tiene Menganita.
Para que contesten despectivamente:
-Bah, operadas.
O que veas a Zutanita y digas:
-Está guapa hoy Zutanita.
-Cómo no va estar, si pasa más tiempo en el quirófano que en su casa.
Ni que tuvieran un nonius en la cabeza para medir mentalmente todo tipo de superficies susceptibles de ser retocadas por un cirujano, y que a los hombres suelen pasarles desapercibidas.
El caso es que a los hombres no suele molestarnos que algunas mujeres sean estéticamente fraudulentas, nos da directamente igual. Pero entre ellas se lo ocultan, lo denostan. ¿Por qué lo harán?