Se hallaba una tarde Jacinto Benavente en su habitual tertulia del café El Gato Negro, cuando se presentó Pío Baroja en la reunión.
Fue a sentarse en el diván junto al autor de Los intereses creados, y lo hizo precisamente encima del sombrero de fieltro de don Jacinto, chafándolo como un acordeón.
Cuentan que Benavente le dijo:
-Oiga, Pío, ha confundido usted mi sombrero con la gramática.
Fue a sentarse en el diván junto al autor de Los intereses creados, y lo hizo precisamente encima del sombrero de fieltro de don Jacinto, chafándolo como un acordeón.
Cuentan que Benavente le dijo:
-Oiga, Pío, ha confundido usted mi sombrero con la gramática.
Otra tarde en la misma tertulia.
Benavente está haciendo grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores de España.
-Pues don Ramón -le interrumpe uno de los contertulios- no opina lo mismo de usted.
Replica inmediatamente con su agudeza habitual don Jacinto:
-A lo mejor estamos equivocados los dos.
Benavente está haciendo grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores de España.
-Pues don Ramón -le interrumpe uno de los contertulios- no opina lo mismo de usted.
Replica inmediatamente con su agudeza habitual don Jacinto:
-A lo mejor estamos equivocados los dos.
1 comentario:
La clase de inteligencia que admiro y me gusta
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