El ritual estaba minuciosamente preparado, las uvas de lata peladas y sin pepitas, la botella de vino de la Ribera del Duero que me regaló Silvia abierta para que se oxigenase (aún me caen lágrimas de la emoción al recordar lo rico que estaba). Y hasta me puse un pañuelo colorado al cuello que daba la impresión de que fuera a correr los Sanfermines, pero como no recordé recoger el smoking del tinte, la colisión estética no resultaba tan hiriente.
Y comienzan los cuartos, llegan las campanadas, me afano en trasegar cada una de las uvas, sosas como la madre que las parió, acompasado con el reloj de la Puerta del Sol que suena en la televisión... Cuando una uva, esquiva y puñetera se me desliza entre los dedos, resbala y desaparece volando. ¿Era la sexta, la séptima o la octava? Ahhhhh. Otra vez ahhhhh. La busco con la mirada por la alfombra, en el almohadón del sofá. Nada. Ahhhh. Las campanadas siguen ajenas a mi accidente, inexorables, desvaneciendo su sonido. Engullo las uvas que me quedan en el platillo sin orden ni concierto, derramo el agüilla que dejan por la alfombra, mi mente se transforma en un laberinto de supersticiones funestas. Brindo distraído y abrazo sin efusión propia del regocijo de la entrada del 2014 en nuestras vidas. Los peores augurios se acumulan en mi supersticiosa cabeza. ¿Tiene algún significado que haya sido la sexta, séptima u octava uva la que ha salido volando? ¿Debo asociarlo a alguna desventura que me sobrevendrá en alguno de esos meses que representa?
Mi ánimo se va sosegando poco a poco y decido buscar la uva esquiva hasta que la muy maldita aparece debajo del sofá. Siento sobre mi algunas miradas sorprendidas al verme a cuatro patas hurgando bajo el sofá para recuperar a la miserable que tal quebranto me ha causado, pero ajeno a cualquier otra circunstancia, la cojo con dos dedos —los mismos de los que huyó— mientras la miro con reprobación y, al momento e impulsivamente, la muerdo con rabia.
Qué cansado resulta ser tan supersticioso, caramba.
3 comentarios:
Disculpe usted Sr.Chafardero: a ussía le costará dolores de cabeza y le cansará ser tan supersticioso, pero a mí me encanta: así disfruto un rato leyendo sus desventuras.
Asociaciones exquisitas como "colisión estética", ese ahhhhhh tan expresivo que me parece estar viéndole, ahhhhh, tan divertidamente desdichado y ese, oh por Dios, requiebro cervantino que "tal quebranto le ha causado" de tan manchega reminiscencia....hacen que me congratule con que usted vuelva a escribir en este su especial lugar de recogimiento no privado.
Amén de su deliciosa manera de escribir, he de decirle, sin ánimo de ofender ni de ser una desconsiderada, que el hecho de que la uva haya salido volando en su frenética actividad de engulleuvas no deja de ser una de tres posibilidades que en nada tienen que ver con las magia o la superchería:
1. Que esta uva tenía un exacerbado y razonable instinto de supervivencia (nadie desearía desaparecer en las fauces de un señor con barba y menos la Noche de Fin de Año)
2. Que la uva tenía muy malos sentimientos y muchas ganas de hacerle la puñeta a usted (de ahí el término "tener muy mala uva" o qué se creía usted?)
3. O, finalmente, y dado que, según mis mínimos conocimientos de viticultura, creo entender que las uvas no tienen instinto, ni sentimientos, ni razonan, la última explicación posible y la más plausible es que usted sea un poquitín o un muchín torpe a la hora de tal actividad y le recomiendo encarecidamente que no se coma el coco mucho por tal razón, y bien le insto a que haga a diario el simple ejercicio de llevarse a la boca doce uvas en doce segundos (costumbre absurda donde las haya, pero usté verá) durante los 365 días del año presente. Así llegará el Fin de Año próximo sin el temor a una huída traidoresca que tan dolorosos quebrantos le ha causado, y de paso, contribuirá usted al consumo interno de una de las riquezas auctóctonas y a veces pelín denostadas de la maravillosa agricultura española. De dónde vienen las uvas de Año Viejo no lo sé con seguridad; pero de las del resto del año puede usted dar buena cuenta aquí por estas tierras manchegas con las que, sé a ciencia cierta, ya ha tenido usted un primer acercamiento.
Muy entretenido, como siempre !!
Ya era hora de que volvieras...
Sabes, cheposín, esos días en los que parece que nada ni nadie va a arrancarte una sonrisa?
Acabas de hacerlo...
Te debo un café
;)
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