lunes, marzo 10, 2014

El rey absoluto

Todo el mundo sabe que Fernando VII era un cenutrio esférico (por todos los lados), pero lo que quizá algunos ignoren es que cuando contrajo matrimonio con doña María Cristina de Borbón, en el programa de Festejos Reales que se celebraron con motivo del enlace regio, se decidió que en el madrileño teatro del Príncipe se cantara una ópera con el fin de halagar a la joven esposa, que era italiana y en Italia son muy amantes del bel canto.
 Pero a Fernando VII, de espíritu poco cultivado al parecer, no le gustaba nada la ópera y sí -entre otras muchas cosas que no vienen al caso- los sainetes de don Ramón de la Cruz. El primer acto de la ópera pudo soportarlo a durísimas penas; pero el aburrimiento y el fastidio eran tan grandes que, en las primeras escenas del acto segundo, ordenó que se suspendiera la ópera y que, en su lugar, se representaran los célebres sainetes La casa de Tócame Roque y El sutil tramposo.
Era la voluntad real y así se hizo, improvisándolo todo deprisa y corriendo. La joven italiana empezó a hacerse una idea de con quién se había casado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fué un rey que no nos merecíamos,pero en fin tampoco nos merecemos los cenutrios de hoy en día,y sobre todo la abundancia de éstos !!