Se asemeja al gris monótono del invierno. Como ese tiempo en el que nunca pasa nada, en el que nada está por ocurrir, como ese tiempo que ya a nadie aguarda. Creemos que nos alejamos y, sin embargo, permanecemos en el mismo sitio, junto al árbol de hojas ausentes que repiten una y otra vez al arrullo del viento: "No hay camino de vuelta, no hay camino de vuelta". Recordamos el instante de soledad que se parece a una tarde de un domingo cualquiera que se acaba. Aguardamos no se sabe bien qué, pero seguro que era algo que ya habíamos vivido. Por culpa del ayer y del mañana no puede perderse el ahora, no olvides que estamos bajo las nubes.
miércoles, abril 09, 2014
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3 comentarios:
Curioso... Mucho. Acabo de publicar algo que parece nacido de este artículo; o este de aquel
Ahora entonces:
¡¡¡Un besico!!!
;)
Qué bonito, me encanta !
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