Estaba tan oscuro que perdí tu llegada naciente. Me rodeó tu tacto sonriente y fugitivo y, al poco, los cuerpos secuestraban el tiempo consumido en rápida invasión amorosa. Corría entre mis dedos la hierba salpicada. Y era real, aunque fuese un sueño.
lunes, julio 04, 2005
Suscribirse a:
Entradas (Atom)