martes, febrero 19, 2013

Esa pierna es mía

Hace muy poco me enteré de que la pierna que aparece en el cartel de la película El graduado no es de la protagonista, Anne Bancroft, sino de una modelo llamada Linda Gray. Lo ha relatado la propia Gray, quien es actriz muy conocida a raíz de interpretar en televisión a Sue Ellen, la esposa del pérfido y malvado J. R. de la serie Dallas. La Bancroft tenía problemas de agenda el día de la sesión fotográfica y se recurrió a una joven modelo que andaba por el estudio, la antedicha Linda Gray, quien prestó su pantorrilla para la posteridad del séptimo arte suplantando la de la inefable señora Robinson.
Cuando leí la noticia recordé inmediatamente la pierna enfundándose una media de seda negra y a un Dustin Hoffman con aire de soplagaitas que la miraba de lejos. Y recordé la banda sonora de Simon y Garfunkel. Y, más o menos, la trama general de la película, pero poco más.
No sé si a los mitómanos enamorados platónicamente de Anne Bancroft les habrá sentado a cuerno quemado la revelación, que los mitómanos son proclives a enojarse por cualquier nadería. La pantorrilla es bonita, torneada, y resulta sugerente, ¿qué más da que no sea propiedad de la protagonista de la película? Además, todo es producto de la ficción, desde la película hasta la pierna.
Cuando vamos al cine o al teatro pagamos una entrada para que nos mientan, queremos que nos cuenten trolas porque nos distraen de las verdades que nos rodean en la realidad. Queremos que nos engañen.
Siendo muy joven, junto con otros compañeros actores, gustaba de ponerme en la primera fila de butacas para tener más cerca a los protagonistas y estudiarlos. Un amigo y maestro se colocaba siempre en la fila seis o la siete. "¿No vienes con nosotros?" -le preguntamos. "Me gusta que me engañen" -respondió con una sonrisa y se fue a su butaca de la fila seis. Fue una estupenda lección.
La mentira, el relato de cosas bellas y falsas, es el fin mismo de la creación artística. Da igual de quién sea la pierna, aunque sea mía.

martes, febrero 05, 2013

Nervios de estreno

  Se estrenaba en Valladolid el drama El bufón del rey, de Diego San José y Enrique Reoyo. La entrada en escena de Francisco I, el rey al que se refiere el título de la obra, tenía lugar en el salón del trono, reunida toda la corte con gran solemnidad.
  La llegada de su majestad era anunciada por una joven actriz que representaba el papel de un paje. Estaba en los comienzos de su carrera y por esa razón estudió y ensayó cuidadosamente su texto, que consistía en dos únicas palabras con las que remataba una quintilla, pues la obra era en verso. Las palabras eran "el rey".
Nerviosa, durante los días que duraron los ensayos, la bella muchacha repetía constantemente: el rey, el rey, el rey... Si decía bien aquellas dos palabras, quizás en otra obra le dieran un papel más largo.
  Llegó la noche del estreno, los autores presenciaban la representación entre bastidores. La joven actriz, disfrazada de paje, entró desde el foro gritando con solemnidad, con entusiasmo, a plena voz: "¡¡EL SEIS!!".
  Reoyo le dijo al oído al pasmado San José:
            Mala centella le parta.
            ¿Te has fijado? Esa mocosa
            por pensar en otra cosa
           se ha equivocado de carta.
  Y es que los nervios en un estreno pueden jugarte muy malas pasadas.