martes, agosto 02, 2011

Mis lapiceros

Mis lapiceros y yo formamos una gran y entusiasta familia. Siempre estamos dispuestos a compartir unas letras, unas frases y hasta unos capítulos si hace falta. Ellos me esperan con interés y anhelo para colocarse entre mis dedos cuando hasta éstos llega la inspiración de mi destartalada cabeza. Entonces se afanan presurosos en deslizarse por el papel, acariciando letras y palabras. Son pacientes cuando me demoro en requerirlos, y ligeros cuando les apremio con la urgencia siempre exagerada -y aun innecesaria- de mis escritos.
Ellos son diferentes a mis amigas las elegantes plumas, mis colaboradores bolígrafos o mis lánguidos rotuladores. Plumas, bolígrafos y rotuladores tienen la ventura de gozar de una vida más longeva, pues sus entrañas consumidas pueden sustituirse por otras nuevas. Mis lapiceros son dueños de una vida finita, van encogiéndose poco a poco con el trabajo y el tiempo. Yo mismo contribuyo con su empequeñecimiento al introducirlos en esa cámara de tortura que es el sacapuntas; me parece escuchar sus resignados lamentos cuando los afilo para que sigan dándome alegrías. Por eso utilizo muchos, pues me duele verlos menguar, a ellos, que me regalan su vida para que yo disfrute, que solamente saben darme regocijo y felicidad, aunque algunas veces se hayan humedecido con mis lágrimas.
Son mis lapiceros. Parte de mi vida.