domingo, abril 29, 2007

Saudade

Se sentó a mi lado y, sin apenas mirarme, me habló de su tierra y sus sueños:
"Y después vinieron las lluvias. Entonces fue cuando empezó a renacer en mí aquella tristura sin causa que nunca me había abandonado, pero que el sol estival de mi interior había intentado ahuyentar. Y pude palpar las nieblas de la mañana, y mis ojos se cegaron con la humedad del sol, y mi espíritu, alimentado con el calor de las lareiras, se arrulló en sueños contemplando aquel mar. Y después vinieron las lluvias. Y cuando desperté, los ojos llenos de paz, comprobé que en esta ciudad nunca llovía, como en mis sueños la saudade tallaba".

martes, abril 24, 2007

Leyendas urbanas (V)

Como ciertos me contaron los sucedidos que, a continuación, relato y la fuente es de fiar. Yo, no había nacido, así que difícilmente puedo dar constancia de los hechos.
El profesor G., insigne catedrático de Derecho Penal, hace un examen oral a la señorita L. F. (que con el tiempo se convertiría en reputada feminista y abogada y posee un doctorado honoris causa por una universidad norteamericana), quien afirma con rotundidad que la alevosía es un atenuante. El profesor G. le pregunta con una agradable sonrisa:
-Señorita, ¿puedo hacerle dos preguntas que no tienen relación directa con el programa?
-Sí, claro -balbucea sorprendida la examinanda.
-¿Sabría decirme usted, aproximadamente, cuántos artículos tiene el Código Penal de Gran Bretaña?
La señorita sonríe ampliamente y responde con absoluta seguridad:
-257.
-¿Y sabría decirme en qué estilo de cama murió Luis XVI?
-Supongo que en una cama de estilo Luis XV -respondió la alumna sonriendo nuevamente.
El profesor G. la miró condescendiente, sonrió levemente y le dijo:
-Verá, señorita. La alevosía es un agravante, en Gran Bretaña no existe Código Penal y Luis XVI murió en la guillotina. Usted comprenderá que no la apruebe, ¿verdad?

En el aula magna de la Facultad de Derecho imparte su clase el profesor M., catedrático de Derecho Civil, persona agradable y famosa por su lenguaje florido. De repente, sobreviene un apagón y queda el aula en semi penumbra. Al momento, se abre la puerta y asoma la cabeza el bedel, a quien el catedrático se dirige en los siguientes términos:
-Ínclito bedel, ¿podría indicarnos la causa de esta súbita cesación del fluído eléctrico?
El bedel se encoge de hombros y responde:
-Ah, no sé. Yo es que venía a decirle que se han jodido los plomos.

sábado, abril 21, 2007

Noche oscura del Alma *



powered by ODEO


San Juan de la Cruz (1542-1591). Canciones del Alma.


* Para mi amiga Juana, mística y luna.

jueves, abril 19, 2007

Cariño entre autores

Se hallaba una tarde Jacinto Benavente en su habitual tertulia del café El Gato Negro, cuando se presentó Pío Baroja en la reunión.
Fue a sentarse en el diván junto al autor de Los intereses creados, y lo hizo precisamente encima del sombrero de fieltro de don Jacinto, chafándolo como un acordeón.
Cuentan que Benavente le dijo:
-Oiga, Pío, ha confundido usted mi sombrero con la gramática.

Otra tarde en la misma tertulia.
Benavente está haciendo grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores de España.
-Pues don Ramón -le interrumpe uno de los contertulios- no opina lo mismo de usted.
Replica inmediatamente con su agudeza habitual don Jacinto:
-A lo mejor estamos equivocados los dos.

martes, abril 17, 2007

Me enamoraste


Fue casi sin querer. Encontré tu mirada brillando desde la oscuridad y tuve la impresión de que estaba buscando encontrarse con la mía. O fue el deseo de recibir una mirada amable, como el cachorro vagabundo desea una caricia de quien se tropieza en su camino. Tu mirada, espléndidamente hermosa, me recorrió sin rubor, con inocente desvergüenza. ¿Cómo no iba a sentirme hechizado?
Luego te fui conociendo, con tus nombres diferentes, con la distancia insalvable, con la derrota del soñador. Pero para entonces ya me habías enamorado. La mirada en blanco y negro había estallado en un caleidoscopio de colores dentro de mí. Margarita, Rita, Gilda...

sábado, abril 14, 2007

Sólo un beso

Un beso, nada más que un beso, sólo un beso, el simple juego de los labios...
Cerraste tu boca, sellaste tus sentidos, quedaste ahogada por un beso que nunca supo que tenía alas.

martes, abril 10, 2007

Poema Quince *




Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. 1924. Ilustración de Raúl Soldi para la edición de 1972 de Editorial Losada.
* Para Cu, con todo cariño.

lunes, abril 02, 2007

Representaciones de la Pasión

Era tradición, hasta no hace mucho tiempo, representar La Pasión durante la Semana Santa. Ahora lo hacen, casi excepcionalmente, en algunos pueblos sus propios habitantes, y alumnos de los colegios religiosos. Pero hasta la década de los 60 era casi inexcusable. Y surgen muchas anécdotas a este respecto.
Todavía comentan algunos contemporáneos cuando, en 1959, los alumnos de los Maristas ofrecían la representación de Pasión y muerte de Jesús en el Teatro Principal. Había que sacar una borrica a escena sobre cuyos lomos Jesús bendecía a las gentes. No había burra y llevaron un burro, ¿quién iba a darse cuenta? Pero algún desaprensivo que se atizaba algún lingotazo de coñá para animarse a actuar, tuvo a bien compartir la bebida con el borrico, que entrampó una cogorza importante. Y el animalico se excitó. Al salir a escena, ¡menudo zurriago calzaba el pollino! Los espectadores despistados pensaron que era la primera vez que veían un pollino con cinco patas. Además, comenzó a ramalear y dió con el pobre Jesús por tierra en medio de las bendiciones, las palmas y los ramos de olivo.

Las compañías de teatro que hacían la temporada de cuaresma, tenían como obligación ineludible ofrecer unas representaciones de la Pasión. Así le sucedió en Gerona a la compañía de José Monteagudo, que no la tenía en su repertorio. Pero había que comer y se dispuso a montarla y ensayarla deprisa y corriendo. El papel de Poncio Pilatos le correspondió al segundo actor, Armengod, más famoso por sus equivocaciones que por el dominio del oficio. Éste le prometió al director estudiar el papel aunque se lo sabía "a clavo pasado", le dijo. En los escasos ensayos Armengod no apareció por el teatro, pues un actor que se sabe el papel a clavo pasado no necesita ensayar. Llega la noche de la representación.
Jesús está en el palacio del procónsul. Un legionario se adelanta y dice, al tiempo que señala al Nazareno:
-Los fariseos y los escribas demandan la muerte de Jesús de Nazaret. Roma lo sentencia, el César lo confirma. Aquí está la orden.
Y muestra un pergamino. Armengod debía contestar: "Trae el pergamino". Pero se queda en silencio para mejor escuchar al apuntador y, al comprobar que no consigue oírle y que la pausa es ya demasiado larga, extiende la mano hacia el legionario y exclama en tono solemne:
-¡A ver! ¡Trae el telegrama!

Doroteo Martí, uno de los grandes divos del teatro español del siglo XX tenía costumbre de dirigirse al público. Representaba la Pasión. Al final de la obra, clavado en la cruz, dejaba caer la cabeza sobre su pecho como muestra de haber exhalado su último suspiro. Ruedan las lágrimas por las mejillas de muchas espectadoras. Desciende y sube el telón repetidas veces para corresponder a los aplausos de un público entregado y conmovido (cada una de las subidas y bajadas se denominan "glorias" en la jerga teatral). En una de estas subidas el telón no desciende inmediatamente, queda alzado. El crucificado yergue la cabeza y en el tono más natural y simpático del mundo, se dirige a los espectadores, todavía conmovidos, y les anuncia:
-Mañana, en sesiones de tarde y noche: Genoveva de Brabante.
Y vuelve a quedar postrado, clavada la barbilla en el pecho, desmadejado el cuerpo, mientras continúan las "glorias" y los aplausos.