viernes, diciembre 30, 2005

Acordes

He robado los acordes de una guitarra para que me resuene en el alma la caricia de tu voz, el brillo de tus ojos, la espuma de tus manos y el deseo de tu piel. Para que el sonido de tu música me guíe entre la noche hasta tus labios con señales de besos, y alejarme del frío con tu piel por abrigo. Para que me tengas tan cerca como tú sólo sabes, y escribir el mundo a través de tus dedos.

miércoles, diciembre 28, 2005

Alborada negra

¿Qué piedras, qué murallas
quieres batir en mí?
Estás ahí, azorada en el aire, sacudes
como dudosos diedros de penumbra,
alas de pardo luto
urgentes, implacables al cerco.
No me sirven mis manos, ni mis pies,
que afincaban la tierra,
que arredraban el aire.
No me sirven mis ojos,
que aprisionaron la hermosura,
no me sirven mis pensamientos,
que coronaron mundos a la caza de Dios.
Estoy aquí, hoy, inválido ante ti,
inerme ante tus fauces sedientas de vida,
grandiosa criatura nacida en tinieblas,
que tejes el ondulante paño de la angustia,
que me ahoga en impotente espera
ante tu inmensa voluntad de sombra,
obstinada en robar el tierno punto vivo,
mi pobre espacio cósmico,
el eco de mi ser,
de una razón humana que se extingue.

lunes, diciembre 26, 2005

Mar en llamas

De los cielos dormidos,
en mi noche ignorada,
me despertó el mar
que cumple su tarea profunda.
Un resplandor me ciega.
El lento mar inmenso,
el hondo mar eterno arde en espumas rojas.
El mar me está mirando a punto de ser mar,
a punto de ser tuyo.
Mi cuerpo se vuelve antorcha
envuelto por las olas
de tu mar incendiado.
Toda mi piel tiembla
como la llama de una candela.
A orillas del amor,
del mar,
de la mañana.

martes, diciembre 20, 2005

La última revelación

Martín Eden se mata dejándose caer al mar desde el ojo de buey de un transatlántico, siente cómo el agua le penetra en los pulmones, entiende en el último vislumbre de lucidez algo, quizá el sentido de la vida, pero "en cuanto lo supo, dejó de saberlo".¿Será real y absolutamente preciso pretender la última revelación si en cuanto uno la tiene se abisma en la oscuridad?

sábado, diciembre 17, 2005

Alba de ansias

¿Por dónde me vendrá el amanecer?
Sólo sé que vendrá.
Que, cautelosa, la noche anima el vuelo
de sus oscuras aves.
He abierto mi ventana,
buscado la señal de las estrellas
en la curva del río, en el espacio,
y en mi ser.
No está quieta la noche,
y está quieta la vida;
primavera de augurios, fluye mansa
hacia el alba, sin astros,
como una sombra más...
La vida se ha rendido
a la amargura seca de la espera
que expande por la tierra
una fragancia viva,
y clama por la aurora deseada.
¿Por dónde me vendrá el amanecer?
El ansia rumorosa que se agita
en mis pulsos calientes
y rocía la noche de un latido estelar,
del breve viento que apaga los sentidos.
¿Por dónde me vendrá el amanecer?
Sólo sé que vendrá.
No sé en qué nave,
de qué sol, ni qué cielo
hacia mis brazos, leves de alcanzarle,
tendidos -¿a qué punto?-
en la abierta ventana de mis ojos.

miércoles, diciembre 14, 2005

Leyenda del centinela



Hace bastantes años, cuando los cuarteles militares aún estaban en el centro de las ciudades, los soldados que hacían guardia a sus puertas rivalizaban con los obreros en piropear a las señoras y señoritas que pasaran por delante de ellos.
Me contaron como cierto que uno de estos centinelas, al pasar ante la puerta principal del cuartel una agraciada joven le dirigió la siguiente expresión: "Ábrete de piernas, negra, que te voy a meter el plátano". La joven quedó estupefacta ante aquella frase, pero su estupefacción dejó paso a un enfado monumental. No fue lo malo para el soldadico que la joven reaccionara airadamente, sino que fuese la hija del coronel del acuartelamiento. En su iracundia, la señorita acudió con el chivatazo a su señor padre, quien reaccionó todavía más coléricamente que su hija, puso bajo arresto al soldado y le quiso llevar ante un consejo de guerra.
Por suerte para el lenguaraz centinela, el fiscal togado encargado de instruir la causa, no vio motivo suficiente para formarle un consejo de guerra y la cosa quedó en quince días de calabozo, según decían los considerandos de la sentencia "por lenguaje soez y tabernario, impropio de un soldado del Ejército español, otrosí que la expresión "Ábrete de piernas, negra, que te voy a meter el plátano", es inadecuada e inexacta, ya que no es preciso adoptar la referida postura para ingerir el susodicho fruto". (sic)

jueves, diciembre 08, 2005

Leyenda del examinando

Me contaron como cierto que M. era un estudiante de Derecho relativamente aplicado pero al que se le había atragantado la asignatura de Derecho Procesal de 4º curso. Y tamaño debió ser el atragantamiento toda vez que era la única asignatura que le quedaba pendiente para terminar la carrera. Comprobado que en la Facultad de Derecho de su ciudad no sería capaz de aprobar, decidió matricularse en la Facultad de otra ciudad con fama de "coladero". Y allí que se encaminó M. un buen día, con la asignatura más o menos dominada. Como pertenecía a familia de posibles, se alojó en un hotel céntrico y, tras asearse y deshacer el equipaje, salió a darse una vuelta. Al regresar a media tarde y dispuesto a repasar los temas para el examen del día siguiente, comprobó que su hotel colindaba con el Casino Principal de la ciudad y decidió entrar a tomar un café. Había señores de mediana y avanzada edad distribuídos por las mesas y butacones, jugando a las cartas, leyendo o charlando. M. disolvía parsimoniosamente el azucarillo en el café cuando uno de aquellos señores se dirigió a él invitándole a jugar al tute puesto que un habitual había enfermado y se encontraban compuestos y sin jugador. M. pensó que aquello le serviría de distracción y allá que se lanzó a la vorágine del tute. Lo estaban pasando fenomenalmente bien, así que cuando M. dijo que se debía marchar, sus compañeros de timba protestaron e iniciaron toda una suerte de halagos para que continuara. M. agradecía aquella muestra de afecto, pero les explicó que había viajado para examinarse de la última asignatura de su carrera, y el examen era la mañana siguiente y él debía repasar. Le preguntaron de qué se examinaba y contestó que de Derecho procesal. Ante su estupor, los tres jugadores comenzaron a reír ruidosamente y a darle palmadas en el hombro. Las risas continuaron hasta que uno de ellos le dijo, ya más serio, que él era el catedrático de Procesal.
- ¿Usted es don R. G. O.? -preguntó estupefacto M.
- Claro, hijo mío. De ahí nuestra hilaridad. Mire, amigo mío, dígame cuál es el tema que mejor lleva usted para el examen de mañana.
- Pues... las medidas cautelares lo llevo muy bien.
- Ya está. Usted se queda jugando con nosotros.
- ¿Cómo?- Está muy claro. Cuando mañana le toque su turno para el examen y saque la bola con el tema a desarrollar, sea cual sea la bola, usted expone "las medidas cautelares". Como yo estoy sobre aviso, le examino del tema que usted lleva mejor.
- Pero, ¿seguro?
- Desde luego que sí.
- No se le vaya a olvidar y mañana haga yo un ridículo espantoso.
- Descuide, ¿cómo se me iba a olvidar?
Y de ese modo, continuaron la partida hasta altas horas de la noche, en medio de risas, bromas, una apetecible cena bien servida y mejor regada.
A la mañana siguiente, M. se encaminó con cierta resaca combatida por abundantes dosis de cafeína hacia la facultad de Derecho. Entró en el aula donde los alumnos se examinaban oralmente y en centro de la mesa del tribunal, descubrió a don R. G. O. muy serio y con menos síntomas de resaca que él mismo.
Al llegar su turno, M. extrajo la bolita que rezaba: "Tema 26. Recursos y reposiciones", sonrió al catedrático, que ignoró su sonrisa, y comenzó a desarrollar "las medidas cautelares". El catedrático le interrumpió.
- Su tema es el 26. Y Usted me está desarrollando el 18.
M. sonrió cómplice, se disculpó y volvió a la carga con el tema 18.
- Perdone usted, pero me sigue desarrollando el tema 18.
M. empezó a ponerse nervioso.
- Disculpe señor G. O., pero en mi temario el tema 26 es "Medidas cautelares".
- ¿Pues en qué temario ha estudiado usted?
- ¡¡ En el de Heraclio Fournier!!
El catedrático le miró sorprendido y vio al joven que había compartido su timba la noche anterior. Esbozó una leve sonrisa.
- Ah, entonces va usted muy bien.
Y así resultó cómo el examinando obtuvo un sobresaliente en la última asignatura de su carrera.

miércoles, diciembre 07, 2005

Provisionalidad


Este país nuestro es tan provisional... "Desvío provisional", "alférez provisional", "instalación provisional". Me pregunto si será debido a esa sempiterna inclinación que tenemos por dejar las cosas a medio hacer, o porque nos asusta lo definitivo, aquello que se convertirá en inmutable una vez terminado. Quizá lo que sucede es que soy yo quien está a medio hacer y pienso de este modo. Pero, ahora, doy en recordar a la mujer que, siendo niña, dibujaba con trazos muy, muy finos porque no le agradaba lo definitivo y así le quedaba una oportunidad de borrarlo. ¿Seguirá haciéndolo? Es una curiosidad provisional la mía.