miércoles, febrero 28, 2007

Verso a beso

No me verses despacio,
hazlo a golpe de palabra,
rompiendo la sílaba
en cada labio.

martes, febrero 27, 2007

Celos artísticos


Los cómicos son demasiado proclives a sentir celos de sus compañeros. ¿Por vanidad? ¿Por maldad? ¿Por ignorancia? Quizá por todas las razones -y no necesariamente separadas. No hay peor digestión para un cómico vanidoso que el éxito de otro cómico: No importa que sus características se ajusten a un canon diferente de personaje, el éxito ajeno es irritante y debería estar prohibido.
Madame Sarah Bernhardt detestaba el éxito ajeno, y en su caso no era por celos, ni maldad, pues ninguna actriz logró igualar su gloria mientras ella vivió, sino por una especie de imperialismo subconsciente que le hacía insoportable que en su presencia se hablase de otra actriz. Su pesadilla era Julie Bartet, que la había sucedido en la Comèdie Française.

- ¿Tiene éxito?
- Oh, señora -respondía un imprudente- , más de mil personas la esperaban a la salida.
- ¿Para qué? -preguntó fríamente Sarah- ¿Para matarla?

viernes, febrero 23, 2007

Romance de la luna, luna *




Romance de la luna, luna. Federico García Lorca.

*Para Juana Giralunas

martes, febrero 20, 2007

Mi luna


Me has susurrado mi nombre mientras dormía. Eras tu. Me llamaste por mi nombre. Y he sentido tu aroma envolverme la piel. Y besé tu tristeza para evaporarla. Y viví con tus sueños. Y latí con tu pecho.

Clases de sacerdotes *

Según Fray Petronilo del Alfeñique, Arcediano que fue de la iglesia catedral de Santa Emerenciana, los sacerdotes se clasifican en:
  • Parroquidermos
  • Pulpitodontes
  • Sotanídeos
  • Curánganos
  • Zampahostias

* Para Mosén Turulato

martes, febrero 13, 2007

El viento que te acerca

Anidas en el hueco de mi pecho,
tu cuerpo en mi latido es viento claro, fresco,
el sonido limpio de las noches y del aliento.
La distancia esdrújula y esquiva
nos acerca y te hace rima en cada beso.
Duermes acariciando el borde de mi cuerpo.
Sueño en tu sonrisa.

lunes, febrero 12, 2007

Diva


Tomando café con unos buenos amigos hace un par de días, hablábamos del divismo artístico de una común amiga (somos cotillas, qué le vamos a hacer). Y en el teatro la diva por excelencia fue Madame Sarah Bernhardt. El dramaturgo francés Victorien Sardou dijo de ella: "Hay algo más admirable que ver actuar a Sarah Bernhardt: es verla vivir".
Por una especie de extraño mimetismo -común en muchos actores y actrices, pero desarrollado de un modo especial en madame Sarah- en la vida cotidiana era Fedora, Cleopatra, Fedra, Medea, al menos por el decorado y por su autoridad. Reinaba sobre los demás, sobre una corte de sirvientes, amigos, incluso los transeúntes. Su casa estaba llena de oro, ella no se sentaba sino en cátedras, no levantaba la mano más que para pronunciar palabras sentenciosas, viajaba como una soberana con su corte, sólo veía personas que se inclinaban a su paso.
La representación de Fedora debía comenzar, como estaba establecido, inexcusablemente a las ocho en punto. El administrador del teatro se acerca al camerino de Sarah Bernhardt y le dice: "Señora, serán las ocho cuando usted lo desee".

domingo, febrero 11, 2007

A flor de piel



Tu piel es más que tu piel; a veces la descubro mientras en la calle el frío hace que la gente parezca aún más solitaria. Tus manos, al abrazarme, dejan en mis hombros, microscópicas, las iniciales de tu nombre.

lunes, febrero 05, 2007

Pas de votre tristesse


Abrazo tu tristeza, tu corazón palpita entre mis manos. Quiero borrar tus lágrimas con sueños, dibujar tu sonrisa con mis labios, que mi pecho, silenciosa esdrújula, sirva de regazo a tu mirada limpia.

Los pateos y la influencia del teatro

Hace un siglo estaba muy extendida en España –sobre todo en Madrid- la costumbre del pateo en los teatros. Los había terribles. Era la manera de manifestar el desagrado que provocaba la obra y solía producirse el día del estreno, aunque ni autores, ni cómicos, estuvieran seguros de que no surgiera cualquier otro día. En muchas ocasiones no se debía a la pésima calidad del espectáculo, sino a intrigas turbias entre empresarios, autores, críticos, etc... De cualquier modo, un pateo producía verdadero pánico.
Ahora resulta impensable un estreno en el que pueda organizarse un pateo, pues el público amante y conocedor del teatro es escaso en esos actos y mayoritario el público de figurón y politiquería, tan probadamente iletrado en cuestiones artísticas como proclive a aplaudir todo lo que se mueva, aunque sea un acomodador. Si un ciudadano particular “pateara” una obra porque considerase que era horrorosa per se y su puesta en escena resultara presidiable, con toda probabilidad sería puesto en la calle por algún aguerrido guarda de seguridad entre los aplausos de un “respetable público” turbado por el conato de diferente opinión de un desclasado.
Eran otros tiempos, más o menos por 1908 según relataba el actor Enrique Chicote, cuando se organizó La liga de la alpargata para protestar contra la carestía del calzado. Todo el mundo utilizaba la paupérrima alpargata, incluso con traje de etiqueta. También en los escenarios, para no significarse contrariamente a la democrática protesta, los actores salían a escena en idénticas condiciones, calzando alpargatas aunque vistieran frac.
Pues resultó –ejemplo de la influencia social del teatro en aquellos tiempos- que una de las causas por las que fracasó el movimiento de la liga de la alpargata fue porque en los estrenos no se podía meter ruido con los pies; el de los bastones no era suficiente.
Si alguno de ustedes tiene la tentación de patear en un teatro, cuénteme sus sensaciones, se lo ruego.

domingo, febrero 04, 2007

Diálogo de amantes al separarse

La música entre los dos amantes, para disolver la pena de la partida. La música quiere ser una danza y no un desgarrón en ese marcharse, ese deslizarse hacia la vida y lejos de la vida, extraño péndulo del alma.
Los amantes buscan esa música, en ese momento, dentro de las palabras, en el polvo de los gestos. Y saben, que si tuvieran coraje, sólo el silencio sería música, música exacta, un largo silencio amoroso, un claro en la despedida.
ELLA: Adiós.
EL: Adiós.