domingo, febrero 22, 2009

Matrimonio abierto


Todo el mundo sabe que Manuel Filiberto de Saboya-Aosta, duque de Aosta y Apulia e hijo de Amadeo I, fue príncipe de Asturias durante dos años.Pero lo que no saben algunos es que en su matrimonio con la princesa Elena de Francia reinaba la felicidad porque uno no se metía en la vida del otro. Lo que hoy llamaríamos una "pareja abierta". Ninguno de ellos se consideraba obligado a la fidelidad conyugal siempre que las cosas se "hiciesen" con discreción y estilo.Cierta noche en un lujoso hotel de Livorno el ex príncipe de Asturias, que se encontraba en una habitación con excelente compañía, escuchó a través de la pared de la estancia contigua unos quejiditos femeninos harto familiares. Picado por la curiosidad llamó por teléfono al portero preguntando quién se hospedaba en la estancia de al lado. El empleado, pensando que se trataba de una pregunta de mero trámite, respondió que su ocupante era la duquesa de Aosta.A la mañana siguiente Manolo (así le llamaban en casa) muy galante, envió a su mujer un ramo de rosas con el siguiente billete: "Espero que hayas pasado una buena noche, cariño".

7 comentarios:

MABANA dijo...

¿¿ Estarias tu de acuerdo en mandar flores de vez en cuando ??, ya que yo absolutamente ¡¡noo!!

Turulato dijo...

Siempre me gustó la gente con estilo.. Y aprovecharía la anécdota para pensar sobre algo muy actual. No se trata de aprobar lo que es un despropósito -un matrimonio abierto-, que nada tiene que ver con lo matrimonial y si con lo socialmente útil para ciertos intereses, sino discurrir algo sobre la relación de pareja.

Cuando esta no es viable, mejor no forzarla; si aún no se ha constituido, no nos emperremos en ponerla en práctica, que el resultado será un enmerde.
Si hay pareja activa, mejor será deshacerla; pero, convendréis, que hasta es mejor mandar flores que acuchillar....

Anónimo dijo...

Ese Manuel Filiberto era un poco pichafría ,no ? Vamos digo yo ..
Curri.

A.M. Valero Lite dijo...

Jajajajajajjaa. Muy bueno lo de pichafría. No sé si pichafría o no pero desde luego lo que el tío tenía era una sangre fria...
Lo de "que reinaba la felicidad porque el uno no se metía en la vida del otro"....ejem, más bien, diría yo, lo que reinaba era la indiferencia, que de ésta a la felicidad va un buen trecho.

¿Pareja abierta? Pareja inexistente.
¿Matrimonio de conveniencia? Vale, eso sí.
Pero llamemos a las cosas por su nombre.

Silvia dijo...

La verdad es que fue todo un detalle lo de las flores. Aunque quizás unos bombones, para recuperar las energías gastadas la noche anterior, hubieran estado mejor...

¿Y por qué no felicidad? Cada uno decide que le hace feliz. Y si lo que le hace es tener el riñón cubierto o una apariencia de normalidad en el matrimonio, pues hala, a disfrutar sin hacer daño a nadie. Aunque eso de sin hacer daño no suele pasar (puede haber unos espectadores, generalmente mudos, que no entienden y lo suelen pasar bastante mal).

Unknown dijo...

Lo de los matrimonios de conveniencia...inconveniente. Alguno lo paga. Y ¡qué vamos a decir de esas aperturas que suelen ser una manera retorcida de conseguir que otros traguen carros y carretas!

Pero no nos creamos que lo del matrimonio de conveniencia es cosa del pasado o que es patrimonio de realezas y noblezas. Ocultos bajo pretendidas formas de amor se siguen produciendo. Incluso hay quienes lo defienden. Para mi asombro, no hace mucho oí hablar de las ventajas de este tipo de arreglos sobre aquellos que están guiados por enamoramientos. Decía el argumento que empezaban peor, pero acababan mejor. Al menos en el apaño de Don Filiberto y Doña Elena parece que había una justa correspondencia amorosa, no exenta de galantería. Pero ya se sabe lo que dice el dicho: cuando te reagalan flores...

lola dijo...

Muy civilizados los príncipes, y nada de enamorados el uno del otro.

Saludos.