A pesar de mi palmario desconocimiento musical, pues tengo oreja y no oído, recojo el guante que lanzó Eloryn en su bodeguita con su proposición literaria-musical. E invito a que los amables lectores y visitantes dibujen con palabras los sentimientos que pueda provocarles la pieza que viene a continuación.
domingo, septiembre 16, 2007
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5 comentarios:
Me trae recuerdos de un pasado lejano, elegante, que caminaba por lugares cálidos dibujando futuros, imaginando horas de sosiego.
Cierta tristeza que aporta el sonido de la trompeta, llevada a la calma con la cadencia de la percusión de fondo... esos momentos del ayer que me regala el jazz suave y eterno.
Acabo de aterrizar por aquí, muy hermosas todas tus palabras.
Bochorno. El sol dibuja en la pared las luces y sombras de mi mente. Soledad.
Camino sobre esparto hacia el puerto. Me acompañan ruidos de la tarde. Un bípedo cansino.
Desaliño. Tristeza. Espejos dorados me hacen guiños en la mar. Hoy olvido mi ayer.
Desciendo lentamente la rampa. Galvana. Un bote me cobija. Viaje al fondo de un sueño. Nada.
Dirigió una última mirada a la casa de la que acababa de salir y con una pequeña carrera, subió al tranvía que bajaba por California Street.
Encendió un cigarrillo y mientras aspiraba lentamente el humo, se perdió en sus ensoñaciones.
Un club dónde tomarse una copa en esa ciudad desconocida. El jazz acariciando sus oídos, unos tragos de bourbon, esa mirada insolente al final de la barra que contrastaba con esa sonrisa algo tímida, unos cigarrillos, risas, un "¿Me acompañas a casa?", su cuerpo moreno y menudo abrazado al suyo, más risas, el frío al separarse de ella...
La campana del tranvía lo devolvió a la realidad. Bajó de un salto del tranvía, que se alejó por una de las colinas de la ciudad.
Los primeros rayos de sol rompían en jirones la niebla que cubría el Golden Gate. Con un golpe en su sombrero y una sonrisa, se despidió de su silencioso vigilante. Encendió otro cigarrillo y con las manos en los bolsillos, se alejó silbando camino del puerto.
Podría decirse que era un tipo afortunado.
Paz...mucha paz,...un abrazo correspondido, una vista llena de maravillosas tonalidades producto de un atardecer entre árboles o bien teniendo los pies somergidos en la arena...
En una mano licor, en la otra amor...protección y correspondencia!!
A la vez tristeza, porque el momento es efímero pero eterno, xq se va a quedar grabado para siempre!!
un beso cariñoso ta
La habitación oscura se iluminaba cada diez segundos exactos, el tiempo que tardaba en encenderse el rótulo de neón del anuncio de la fachada. Llegaban atenuados los sonidos del club de abajo, música y murmullos. Sentado en el sillón sumido en la negrura, mantenía alerta los sentidos. Por el umbral de la puerta se filtró el fugitivo resplandor de la luz del pasillo apagada con rapidez. Mis manos se crisparon en un gesto casi animal. Tengo miedo. Espero que no venga mi autor para borrarme de su novela.
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