
domingo, diciembre 23, 2007
martes, diciembre 18, 2007
Retrato de soledad sobre fondo de fantasmas

Cuando alguna tarde comete la torpeza de sentarse al borde de sí, le atraviesa la idea de que faltan los días y sobran las horas. La niebla del recuerdo disfruta tejiendo en la soledad deseos de color carmín. Y piensa en la fugacidad, esa alimaña del tiempo diestra en las penas y amarga en las alegrías, deseosa de transgredir los días en compañía.
¿De qué me sirven la tinta, el papel y la palabra? -se pregunta- ¿Qué quiere de mi el deseo?
Un resplandor desnudo se desliza sobre los charcos de sombra, pero ya se había extraviado en el laberinto de la tarde, el que lleva a dos árboles, sus árboles.
Quisiera algunas veces perder la memoria. Tener la posibilidad de bloquear el recuerdo inesperado con igual facilidad que el ratón cierra la ventana pulsando en la "X".
- ¿Desea cerrar el recuerdo?
- Sí, a todo.
Pero uno debe aprender a convivir con los fantasmas del recuerdo. Esos que se esconden, casi atrincherados, en el armario de la memoria y de los que se llega a tener el absoluto convencimiento de que son eternos. Y sonreír, porque se ha vivido. Aunque éso es otra historia...
¿De qué me sirven la tinta, el papel y la palabra? -se pregunta- ¿Qué quiere de mi el deseo?
Un resplandor desnudo se desliza sobre los charcos de sombra, pero ya se había extraviado en el laberinto de la tarde, el que lleva a dos árboles, sus árboles.
Quisiera algunas veces perder la memoria. Tener la posibilidad de bloquear el recuerdo inesperado con igual facilidad que el ratón cierra la ventana pulsando en la "X".
- ¿Desea cerrar el recuerdo?
- Sí, a todo.
Pero uno debe aprender a convivir con los fantasmas del recuerdo. Esos que se esconden, casi atrincherados, en el armario de la memoria y de los que se llega a tener el absoluto convencimiento de que son eternos. Y sonreír, porque se ha vivido. Aunque éso es otra historia...
sábado, diciembre 15, 2007
La belleza del Azar
Se hace nuevo el tiempo con tu presencia. La sonrisa es cómplice y hace arder el fuego que se comparte. Iluminado cuerpo que inventa la luz, nombra los nombres. El beso que, entre otras magias, trajo la belleza del Azar.
sábado, diciembre 08, 2007
Cristales que ya no tienen sueño

Se había despojado la madrugada de su desnudo. El sentimiento insomne que duerme en nuestro interior -por eso no entiende cuánto se puede sentir- se agitó durante un instante y tornó a quedar inmóvil. Fue entonces cuando quiso inventar palabras que ya eran conocidas, engarzar miradas que volaban perdidas. Tras la escritura, las fragmentaciones suceden a los silencios. Los personajes se ocultaban en las sombras. Quiso engañarse de nuevo, como nunca, como siempre. Pero los cristales de todas las ventanas, despiertos y ajenos, le devolvieron la imagen que él conocía.
martes, diciembre 04, 2007
El amor (Fábula para tiempos sombríos)
José Hierro. El amor (Fábula para tiempos sombríos)
"Génesis". Con las piedras, con el viento. 1950
sábado, diciembre 01, 2007
Apasionamiento y pasión
Hablábamos ayer en nuestra habitual tertulia, Kalía, Currintzi, Turulato y un servidor sobre el apasionamiento entre las personas (además de sobre otras cuestiones, irreproducibles por supuesto). Y creo que todos coincidimos en que nos entusiasma que la otra parte nos apasione. Lo que nos enamora es la pasión.
El actor tiene que apasionarse con el personaje que interpreta para poder, así, apasionar al público. La pasión que nace de la entraña, de su entraña, y brota como un torrente hacia el patio de butacas para hacer sentir la palabra a quienes escuchan, y ven. La interpretación tendría que ver con esa deuda humana que existe entre el arte, el talento y la dignidad. Hay palabras que perdieron su significación original tras una adulteración vana y gratuita. Palabras que nos llevan a conformarnos con casi nada. ¡Si en nosotros se halla el todo más absoluto!
Apasiónate, actor, en algo tan difícil como hermoso: Sentir en el alma el personaje que nos habita.
El actor tiene que apasionarse con el personaje que interpreta para poder, así, apasionar al público. La pasión que nace de la entraña, de su entraña, y brota como un torrente hacia el patio de butacas para hacer sentir la palabra a quienes escuchan, y ven. La interpretación tendría que ver con esa deuda humana que existe entre el arte, el talento y la dignidad. Hay palabras que perdieron su significación original tras una adulteración vana y gratuita. Palabras que nos llevan a conformarnos con casi nada. ¡Si en nosotros se halla el todo más absoluto!
Apasiónate, actor, en algo tan difícil como hermoso: Sentir en el alma el personaje que nos habita.
miércoles, noviembre 28, 2007
Argucias femeninas
Bernard Shaw recibe una carta de una tal mistress Huysmann, coleccionista de autógrafos, que solicita uno del genial comediógrafo quien, en breve epístola llena de satíricas observaciones acerca de los coleccionistas, contesta negándose terminantemente a lo solicitado.
Mistress Huysmann, en otro escrito, le replica diciéndole que reyes, ministros, grandes escritores e insignes artistas han accedido siempre a sus peticiones, y que ahora él, Bernard Shaw, un autor "meramente afortunado", no se lo concede.
El autor de Pigmalión vuelve a escribir a mistress Huysmann: "Señora, creía que sería usted inteligente y que pondría en su colección el autógrafo mío en que se lo negaba".
La contestación, como puede apreciarse, estaba cargada de ironía. Pero mistress Huysmann supo responder: "Es que yo no quería un autógrafo, sino dos".
domingo, noviembre 25, 2007
Velatorio
Me ha gustado cómo han obsequiado a Fernán Gómez en su velatorio con una pareja de tanguistas bailando y Morente cantando Caminito. Fue una despedida alegre.
Y, al socaire de esta circunstancia, he recordado entre el espanto y la hilaridad un velatorio al que acudí hace ya muchos años, cuando se estilaba la costumbre de reunirse en casa del finado para acompañar a su familia las horas previas a su inhumación.
Ensayábamos con el teatro universitario (tendríamos dieciocho o diecinueve años) la comedia de Mihura Melocotón en almíbar, cuando falleció el padre de un íntimo amigo, que también pertenecía al elenco artístico. Al terminar el ensayo me acerqué a su casa para estar con mi amigo y lo saqué a cenar un bocadillo para "airearle" del grupo de familiares que rezaban el rosario en el comedor, mientras su difunto padre descansaba, ya acomodado en el féretro, en su dormitorio.
Al volver, la reunión se limitaba a la viuda, un par de tías, tres señoras más y nuestro común amigo Alfonso, que había llegado mientras nosotros estábamos fuera y nos esperaba. Nos sentamos en el comedor justo en el momento en que Alfonso le pontificaba a una de las tías las excelencias de los supositorios de glicerina para combatir el estreñimiento, los Rovi, en concreto. Mi amigo y yo nos miramos a punto de soltar la carcajada, pero nos contuvimos. Entonces, una de las señoras, nos preguntó si habíamos visto las obras de la "cópula" del Pilar. Con aturdimiento negamos con la cabeza, pues nos resultaba difícil articular palabra sin que se desatase la risotada. Y la buena señora continuó perorando sobre las citadas obras. A la decimoséptima "cópula", me levanté aparentando la gravedad más imperturbable para salir de la habitación, pero me frenó en seco la entrada de una señora de edad provecta, prima del difunto.
-Hola, Manolita, ¿cómo estás? -preguntó la viuda amablemente.
-Uy, Carmina -respondió la señora-, peor que el pobre Jaime (aludiendo al finado).
Mi amigo y yo salimos a la carrera estallando en carcajadas y nos refugiamos en el balcón, donde hacía un frío que pelaba porque era diciembre.
Se agradece una despedida alegre.
Y, al socaire de esta circunstancia, he recordado entre el espanto y la hilaridad un velatorio al que acudí hace ya muchos años, cuando se estilaba la costumbre de reunirse en casa del finado para acompañar a su familia las horas previas a su inhumación.
Ensayábamos con el teatro universitario (tendríamos dieciocho o diecinueve años) la comedia de Mihura Melocotón en almíbar, cuando falleció el padre de un íntimo amigo, que también pertenecía al elenco artístico. Al terminar el ensayo me acerqué a su casa para estar con mi amigo y lo saqué a cenar un bocadillo para "airearle" del grupo de familiares que rezaban el rosario en el comedor, mientras su difunto padre descansaba, ya acomodado en el féretro, en su dormitorio.
Al volver, la reunión se limitaba a la viuda, un par de tías, tres señoras más y nuestro común amigo Alfonso, que había llegado mientras nosotros estábamos fuera y nos esperaba. Nos sentamos en el comedor justo en el momento en que Alfonso le pontificaba a una de las tías las excelencias de los supositorios de glicerina para combatir el estreñimiento, los Rovi, en concreto. Mi amigo y yo nos miramos a punto de soltar la carcajada, pero nos contuvimos. Entonces, una de las señoras, nos preguntó si habíamos visto las obras de la "cópula" del Pilar. Con aturdimiento negamos con la cabeza, pues nos resultaba difícil articular palabra sin que se desatase la risotada. Y la buena señora continuó perorando sobre las citadas obras. A la decimoséptima "cópula", me levanté aparentando la gravedad más imperturbable para salir de la habitación, pero me frenó en seco la entrada de una señora de edad provecta, prima del difunto.
-Hola, Manolita, ¿cómo estás? -preguntó la viuda amablemente.
-Uy, Carmina -respondió la señora-, peor que el pobre Jaime (aludiendo al finado).
Mi amigo y yo salimos a la carrera estallando en carcajadas y nos refugiamos en el balcón, donde hacía un frío que pelaba porque era diciembre.
Se agradece una despedida alegre.
viernes, noviembre 23, 2007
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miércoles, noviembre 21, 2007
El actor y el sastre
El eximio actor Emilio Thuiller cuidaba siempre la pulcritud y la elegancia indumentaria (las gentes del teatro somos un poco raras). Para una comedia necesitaba un frac azul y lo encargó a su sastre habitual quien, apenas lo hubo terminado, lo llevó al teatro para ver si le satisfacía.
No sucedió esto último, y el sastre, defendiendo su propia obra, dijo:
-Fíjese usted, don Emilio, que este frac le sienta a usted como un guante.
-Fíjese usted, don Emilio, que este frac le sienta a usted como un guante.
-No lo niego -respondió el actor-; pero yo hubiera preferido que me sentara como un frac.
martes, octubre 23, 2007
jueves, octubre 18, 2007
Desayuno en Tiffany

Sentí su presencia cerca de mi. Giré levemente la cabeza y cruzamos nuestras miradas. Al momento se alejó mientras yo investigaba en el escaparate el objeto que ella había estado mirando. Imposible saberlo. Sólo fui capaz de verme reflejado en el cristal, como Audrey Hepburn.
Moon River, wider than a mile
I'm crossing you in style, someday
Old dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way.
Seguí torpemente los pasos que ella había caminado hacia la puerta de entrada. Recorrí con la vista el amplio vestíbulo de la tienda hasta que mis ojos se detuvieron en una mirada convertida, a un mismo tiempo, en huidiza y cómplice, hasta el punto que igualmente podría significar que me invitaba a seguirla, o que me conminaba a salir de allí inmediatamente. Una leve sonrisa dibujada en sus labios me animó a seguirla, aunque de un modo furtivo, casi clandestino, y con el pulso acelerado por la emoción de volver a sentirla cercana.
Los turistas saben que en Tiffany, a medida que suben las diferentes plantas del edificio, aumenta el precio de los objetos que hay en ellas. Y la primera planta acostumbra a ser un hervidero, pues hay objetos que cuestan a partir de cinco ó diez dólares. Nadie resiste la tentación de llevarse cualquier cosita de recuerdo con el nombre grabado de Tiffany & Co.

La seguía a una distancia prudente aunque ella comprobaba de reojo, cuando no se interrumpía absorta en la contemplación de alguna pieza, que yo me mantenía cerca y sin perderla de vista. En algún momento, aprovechando si ella se detenía, procuraba aproximarme hasta que me rozase la estela de su perfume, o pudiese escuchar cómo sus finos tacones se deslizaban por las alfombras.
Se detuvo en uno de los mostradores interesándose por una pieza. La vendedora abrió una vitrina y le mostró un bonito collar de perlas y diamantes. Ambas lo miraban una y otra vez y, más que tocarlo, lo acariciaban. La vendedora lo ciñó con suavidad a su cuello, aquel cuello tan fino y hermoso que no rivalizaba con ninguna joya porque las derrotaba a todas en belleza. 
Fue entonces cuando se volvió para mirarme con indescriptible dulzura. Se quitó el collar tras contemplarse durante un rato en el espejo y lo devolvió a la vendedora. Se despidieron amigablemente y continuó paseando entre los mostradores y las vitrinas mirando las piezas.
Me acerqué al mostrador y le alargué mi tarjeta de crédito a la vendedora antes de que devolviese el collar al lugar que ocupaba en la vitrina. Me miró con complicidad y algo de satisfacción y se dispuso a realizar la transacción.
Con el collar guardado en un estuche y con un precioso envoltorio la busqué por todos lados con la mirada, pero había desaparecido. Recorrí las plantas de la joyería sin encontrarla, aunque intuyendo que estaría como Audrey Hepburn, con una taza de café humeante frente a la fachada.

Fue entonces cuando se volvió para mirarme con indescriptible dulzura. Se quitó el collar tras contemplarse durante un rato en el espejo y lo devolvió a la vendedora. Se despidieron amigablemente y continuó paseando entre los mostradores y las vitrinas mirando las piezas.
Me acerqué al mostrador y le alargué mi tarjeta de crédito a la vendedora antes de que devolviese el collar al lugar que ocupaba en la vitrina. Me miró con complicidad y algo de satisfacción y se dispuso a realizar la transacción.
Con el collar guardado en un estuche y con un precioso envoltorio la busqué por todos lados con la mirada, pero había desaparecido. Recorrí las plantas de la joyería sin encontrarla, aunque intuyendo que estaría como Audrey Hepburn, con una taza de café humeante frente a la fachada.
Two drifters, off to see the world
There's such a lot of world to see
We're after the same rainbows end
Waitin' round the bend
My Huckleberry friend
Moon River, and me.
There's such a lot of world to see
We're after the same rainbows end
Waitin' round the bend
My Huckleberry friend
Moon River, and me.
Salí a la calle y allí estaba, con su deliciosa sonrisa sentada en el bordillo de la acera. Se había descalzado sus zapatos de tacón finísimo y los deditos de sus pies se agitaban juguetones bajo las medias negras. Sostenía en una mano un vaso de café humeante. Y sin dejar de mirarme sonriendo, movía los dedos de su otra mano urgiéndome a darle el envoltorio. Cuando lo deposité en su palma sonrió más aún y lo fue abriendo ceremoniosamente. Al ver el collar sus ojos y su boca dibujaron un gracioso gesto de sorpresa y admiración. Y me susurró sin que nadie pudiera escucharnos:
- ¿Sabes que éste es el collar número veinticinco que me regalas?
- Sí.
- Todos iguales.
- Siempre te detienes frente al mismo.
- Todos iguales.
- Siempre te detienes frente al mismo.
- Es que me gusta.
- Lo sé.
- ¡¡Corten!! - gritó el ayudante de dirección- ¡Una toma más y pausa para comer!
- Lo sé.
- ¡¡Corten!! - gritó el ayudante de dirección- ¡Una toma más y pausa para comer!
lunes, octubre 15, 2007
Paisaje
Los pinos clavan sus agujas en el cielo, contra los ojos, abiertos y en blanco, de las nubes. El pétalo perdido de una flor aún conserva su aroma. Tienes frío. Será, quizá, porque dejaste el abrigo de tu piel en el camino. Acércate a los secretos aposentos de la pasión, donde sopla el viento cálido sin cesar.
domingo, octubre 14, 2007
La malicia del público
Año 1916. Estreno de Las pecadoras, en Zaragoza, con asistencia de sus autores, Torres del Álamo y Asenjo. La prensa de la derecha ha lanzado una campaña en contra de la comedia, hasta el punto que el señor gobernador civil llama a los autores a su despacho. Le demuestran que no hay nada inmoral en la obra, y prueba de ello es que en Madrid lleva buen número de de representaciones sin que a nadie se le hubiera ocurrido prohibirla.
El gobernador, muy fino y suave, suplicó a la empresa que pusiera una nota advirtiendo al público de que la comedia era un poco atrevida. Así se hizo y, la nota gubernativa por un lado y la campaña de prensa por otro, contribuyeron a que se agotaran las localidades cuarenta y ocho horas antes de su estreno.
Están los autores en la contaduría del teatro la noche anterior al estreno comentando todo esto con la empresa, cuando se presenta un caballero de aspecto grave y severo, que pide una butaca, a ser posible, de orquesta.
Le venden la localidad solicitada y aquel señor, sin abandonar un momento su gravedad, pregunta:
-Dígame, ¿en qué acto se quedan en cueros las artistas?
domingo, octubre 07, 2007
Sábanas de satén

Una noche de amor, quizá un día entero,
cabalgando las llanuras esteparias
de tu cuerpo,
escalando con riesgo la venusiana loma
donde descansar de tanto anhelo,
arrastrándome sediento por
entre dunas desérticas
ansiando libar tus encendidas cúpulas.
Tu, mar agitado de cimbreantes olas,
sumergiéndome en tu éxtasis
prolongado y dulce,
estremeciéndome en la tormenta,
ojo del huracán de tus deseos,
estallándome en tu aire como
una palmera de fuegos de artificio.
Bajo nosotros el contacto
cálido del lecho
embozado de brillantes destellos,
sábanas de satén como un caleidoscopio
de ráfagas luminosas.
En la esquina izquierda superior
la críptica etiqueta que indica
los cuidados precisos al lavarlas:
Jabón, temperatura, prelavado,
fórmula cualitativa,
acrílico, algodón y diecisiete elementos diferentes.
Y el nombre bordado que
no es mío, ni tuyo,
sino de alguien que dice llamarse Christian Dior.
Como pétalos esparcidos
en plateado estanque,
cuerpos confundidos entre
pliegues violáceos
derrotando al satén en cada embate.
Ah, ¿pero puede arrugarse el raso?
Contradicción eterna
incluso en el tejido.
Imágenes difusas que recortan alientos
extraños en el tiempo,
penetrando las ondas
del satinado espacio
que termina envolviendo
tu cuerpo y el mío,
frío y calor unidos en raso alborotado.
martes, octubre 02, 2007
Aún
Quedó dormida la tristeza guardada. El corazón, difuso, es el único que tengo, pero recuerda la alegría que tu fugaz presencia perpetró en lo más hondo. Miro una flor que late y un pájaro que llora. Sigo estando vivo.
viernes, septiembre 28, 2007
Calidez
Estaba tan oscuro que perdí tu llegada ávida. Me rodeó tu tacto sonriente y fugitivo y, al poco, los cuerpos secuestraban el tiempo consumido en rápida invasión amorosa. Corría entre mis dedos la hierba salpicada. Y era real, aunque fuese un sueño.
viernes, septiembre 21, 2007
miércoles, septiembre 19, 2007
El efecto de los chistes
Tenía fama Rafael Rivelles de ser el mejor actor de su tiempo pero, también, de hombre adusto y no muy cordial con los actores de su compañía. Sólo en los momentos previos a los ensayos, el áspero don Rafael tenía la costumbre de suavizar su carácter y contar uno o dos chistes que los actores y actrices celebraban con sonoras carcajadas.
Un día, don Rafael, que no había saludado a ninguno de los cómicos al cruzarse con ellos por el pasillo, soltó su primer chiste. Fue acogido con incontenibles carcajadas por todos los actores de la compañía, excepto por uno. Rivelles miró fijamente al actor joven que no se había reído.
- ¿A usted no le ha hecho gracia? –preguntó el primer actor, director, empresario.
- Es que yo me he despedido ayer –respondió el joven.
Un día, don Rafael, que no había saludado a ninguno de los cómicos al cruzarse con ellos por el pasillo, soltó su primer chiste. Fue acogido con incontenibles carcajadas por todos los actores de la compañía, excepto por uno. Rivelles miró fijamente al actor joven que no se había reído.
- ¿A usted no le ha hecho gracia? –preguntó el primer actor, director, empresario.
domingo, septiembre 16, 2007
Proposición musical y literaria
A pesar de mi palmario desconocimiento musical, pues tengo oreja y no oído, recojo el guante que lanzó Eloryn en su bodeguita con su proposición literaria-musical. E invito a que los amables lectores y visitantes dibujen con palabras los sentimientos que pueda provocarles la pieza que viene a continuación.
miércoles, septiembre 12, 2007
Gravidez
El tiempo guarda la belleza en secreto. Es el peso de la materia pero, ¿qué importa cuando hay alguien que espera?
domingo, septiembre 02, 2007
Fluye, fluye
Un suspiro engarza en el aire mil sensaciones presentidas en un solo cuerpo unido e indivisible, bordeando las orillas del tiempo. Una mirada recorre el espacio infinito de tus labios incandescentemente amantes que envuelven el beso imaginado. Una caricia transita el camino entregado de piel en otra piel, y descorre el velo del deseo auténtico. Un momento que es sólo una vida hecha de retales de cielo, de sueño, de realidad enamorada.
Felicidades, mi princesa.
Felicidades, mi princesa.
viernes, julio 27, 2007
Mirada ausente
De tu mirada resplandeciente surge una luz que todo lo desnuda, sugiriendo paraísos y mares de ceniza, ocultando sombras en huracán de besos. Lates en mi corazón aunque anidaste en las estrellas.
lunes, julio 23, 2007
jueves, julio 19, 2007
De murallas y hombres

Veo una ciudad amurallada, da sensación de pesantez, de historia amalgamada en piedra, de antigüedad sobria y distante. Las murallas encierran temores y consuelos, albadas de centinela y horizontes pétreos de gloria y conquista.
Hay murallas entre nosotros, entre nuestros lenguajes y nuestros signos. Murallas, no por invisibles menos infranqueables, de impersonalidad y lejanía.
Casi siempre pensamos que las murallas impiden entrar. Pocas veces que también impiden salir.
Hay murallas entre nosotros, entre nuestros lenguajes y nuestros signos. Murallas, no por invisibles menos infranqueables, de impersonalidad y lejanía.
Casi siempre pensamos que las murallas impiden entrar. Pocas veces que también impiden salir.
domingo, julio 15, 2007
Unanimidad relativa

Aparece en el escenario el genial humorista irlandés y, al saludar al respetable, advierte que dicho entusiasmo tiene una excepción, una sólo, pero excepción al fin: Un señor de la primera fila no participa de la opinión general, y demuestra su descontento con fuertes golpes de bastón.
Bernard Shaw se adelanta. En la sala se hace el silencio. Shaw se encara con el iracundo espectador y le pregunta muy cortésmente:
-¿Qué le ocurre, caballero? ¿No le gusta la obra?
-¡No, señor! -responde indignado el minoritario reprobador.
-¡A mí tampoco! -dice Bernard Shaw sin inmutarse-. Pero, ¿qué quiere usted que hagamos contra tanta gente?
La ovación se repite estruendosa.
sábado, junio 30, 2007
Recuerdo
jueves, junio 28, 2007
Eloísa está debajo de un almendro (fragmento)
SEÑORA- Es lo que yo digo: que hay gente muy mala por el mundo...
AMIGO- Muy mala, señora Gregoria.
SEÑORA- Y que a perro flaco to son pulgas.
AMIGO- También.
MARIDO- Pero, al fin y al cabo, no hay mal que cien años dure, ¿no cree usté?
AMIGO- Eso, desde luego. Como que después de un día viene otro, y Dios aprieta, pero no ahoga.
MARIDO- ¡Ahí le duele! Claro que agua pasá no mueve molino, pero yo me asocié con el Melecio por aquello de que más ven cuatro ojos que dos y porque lo que uno no piensa se le ocurre al otro. Pero de casta le viene al galgo ser rabilargo: el padre de Melecio siempre ha sido de los de quítate tú pa ponerme yo, y de tal palo tal astilla, y genio y figura hasta la sepultura. Total: que el tal Melecio empezó a asomar la oreja, y yo a darme cuenta, porque por el humo se sabe dónde está el fuego.
AMIGO-Que lo que ca uno vale a la cara le sale.
SEÑORA- Y que antes se pilla a un embustero que a un cojo.
MARIDO- Eso es. Y como no hay que olvidar que de fuera vendrá quien de casa te echará, yo me dije digo: "Hasta aquí hemos llegao; se acabó lo que se daba; tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe; ca uno en su casa y Dios en la de tos; y a mal tiempo buena cara y pa luego es tarde, que reirá mejor el que ría el último".
SEÑORA- Y los malos ratos pásalos pronto.
MARIDO- ¡Cabal! Conque le abordé al Melecio porque los hombres hablando se entienden, y le dije: "Las cosas claras y el chocolate espeso; esto pasa de castaño oscuro, así que cruz y raya y tu por un lao y yo por otro; ahí te quedas, mundo amargo, y si te he visto no me acuerdo". ¿Y qué le parece que hizo él?
AMIGO- ¿El qué?
MARIDO- Pues contestarme con un refrán.
AMIGO- ¿Que le contestó a usté con un refrán?
SEÑORA- ¡¡ Con un refrán, señor Eloy !!
AMIGO- ¡Ay, qué tío más cínico!
MARIDO- ¿Qué le parece?
SEÑORA- ¿Será sinvergüenza?
AMIGO- Hombre, ese tío es un canalla capaz de tó.
Enrique Jardiel Poncela. Eloísa está debajo de un almendro. 1940. Prólogo (fragmento)
AMIGO- Muy mala, señora Gregoria.
SEÑORA- Y que a perro flaco to son pulgas.
AMIGO- También.
MARIDO- Pero, al fin y al cabo, no hay mal que cien años dure, ¿no cree usté?
AMIGO- Eso, desde luego. Como que después de un día viene otro, y Dios aprieta, pero no ahoga.
MARIDO- ¡Ahí le duele! Claro que agua pasá no mueve molino, pero yo me asocié con el Melecio por aquello de que más ven cuatro ojos que dos y porque lo que uno no piensa se le ocurre al otro. Pero de casta le viene al galgo ser rabilargo: el padre de Melecio siempre ha sido de los de quítate tú pa ponerme yo, y de tal palo tal astilla, y genio y figura hasta la sepultura. Total: que el tal Melecio empezó a asomar la oreja, y yo a darme cuenta, porque por el humo se sabe dónde está el fuego.
AMIGO-Que lo que ca uno vale a la cara le sale.
SEÑORA- Y que antes se pilla a un embustero que a un cojo.
MARIDO- Eso es. Y como no hay que olvidar que de fuera vendrá quien de casa te echará, yo me dije digo: "Hasta aquí hemos llegao; se acabó lo que se daba; tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe; ca uno en su casa y Dios en la de tos; y a mal tiempo buena cara y pa luego es tarde, que reirá mejor el que ría el último".
SEÑORA- Y los malos ratos pásalos pronto.
MARIDO- ¡Cabal! Conque le abordé al Melecio porque los hombres hablando se entienden, y le dije: "Las cosas claras y el chocolate espeso; esto pasa de castaño oscuro, así que cruz y raya y tu por un lao y yo por otro; ahí te quedas, mundo amargo, y si te he visto no me acuerdo". ¿Y qué le parece que hizo él?
AMIGO- ¿El qué?
MARIDO- Pues contestarme con un refrán.
AMIGO- ¿Que le contestó a usté con un refrán?
SEÑORA- ¡¡ Con un refrán, señor Eloy !!
AMIGO- ¡Ay, qué tío más cínico!
MARIDO- ¿Qué le parece?
SEÑORA- ¿Será sinvergüenza?
AMIGO- Hombre, ese tío es un canalla capaz de tó.
Enrique Jardiel Poncela. Eloísa está debajo de un almendro. 1940. Prólogo (fragmento)
Ocho
La preciosa Cu me solicita que participe en un juego y, sin que ello sirva de precedente, me animo a decir ocho cosas sobre mi mismo. Teniendo en cuenta lo vanidoso que soy, ocho me parecen pocas, pero es lo que hay.
*Me gusta mirar a los ojos.
*Me sienta divinamente una buena conversación.
*Necesito que me envuelva el perfume de la persona que amo.
*"Vivo" con los libros.
*Nunca visto prendas de color amarillo.
*Me seducen los pequeños detalles.
*Me gusta que me abracen.
*Prefiero la pasión al arrepentimiento.
No conozco a casi nadie, y las pocas personas que conozco ya han hecho este juego, así que no puedo pasarlo.
*Me gusta mirar a los ojos.
*Me sienta divinamente una buena conversación.
*Necesito que me envuelva el perfume de la persona que amo.
*"Vivo" con los libros.
*Nunca visto prendas de color amarillo.
*Me seducen los pequeños detalles.
*Me gusta que me abracen.
*Prefiero la pasión al arrepentimiento.
No conozco a casi nadie, y las pocas personas que conozco ya han hecho este juego, así que no puedo pasarlo.
domingo, junio 24, 2007
Olores
En escena se encuentra la primera actriz interpretando su papel de esposa adúltera. Al oír los pasos de su marido se apresura a arrojar a la chimenea la carta de su amante, que acaba de leer y aún conserva en sus manos. Pero al advertir la actriz que, por un error u olvido, el fuego está apagado en lugar de encendido como debía estar, decide -además de desear probar el sabor de la yugular del atrezzista- romper el papel en pedazos y arrojarlo al suelo.
Tiene que entrar el marido en escena dando la impresión de sospechar algo y debe decir: "¡Aquí huele a papel quemado!"
Pero al entrar el actor y observar que la chimenea está apagada y la carta hecha añicos en el suelo, comprende lo que ha sucedido. Creyendo salir del apuro dijo:
-¡Aquí huele a papel roto!
jueves, junio 21, 2007
La pupila de la luna
En el perfil del ojo de la noche se dibuja un personaje desdibujado. ¿Qué hacer con él? Se me ha escapado de un escrito mientras yo miraba la televisión y me comía parsimoniosamente una galleta de chocolate. Me gusta comerme el chocolate con avidez y urgencia, pero aquella galleta parecía que la comiese a cámara lenta. Dejo de mirar a Grissom y veo a mi personaje mirándome a mi. ¿O quizá la galleta a medio comer? Nos estudiábamos ambos con una mirada que tenía algo de furtiva. No me habló, pero yo le estaba escuchando cómo me decía en ese lenguaje de magos y profetas que le había abandonado, quizá olvidado. No había reproche, sólo tristeza. Se había contraído la pupila de la luna.
domingo, junio 10, 2007
Un juego
Estábamos el otro día Turulato y el abajo firmante en nuestro rincón de café con tertulia (aunque él se dedica últimamente a la experimentación con toda suerte de bebedizos) charlando con Ana -una absolutamente encantadora monitora que nos cuida y protege de todo mal- sobre la "chispa" que es capaz de encender el fuego de la seducción entre las personas. Y me vino a la memoria lo que le sucedió a una amiga que ha decidido retomar el aprendizaje del inglés y acude a una academia en la que la profesora crea unos curiosos desafíos dialécticos entre los alumnos. Dice una palabra en inglés y dos alumnos hacen un comentario -lógicamente también en inglés, que para éso van a clase- sobre lo que les sugiere esa palabra. Recientemente les preguntó a mi amiga y a un compañero qué les decía o sugería la palabra "LAUGH". La dijo, pero no la escribió. Los alumnos entendieron "LOVE", que se pronuncia de un modo muy similar. Y ambos dieron rienda suelta a su imaginación y sus palabras. Conociendo a mi amiga, que es persona directa, lenguaraz y atrevida en sus expresiones, imagino que el rostro de la profesora pasaría de la sorpresa al espanto al comprobar qué tipo de cosas le "hacían reír". Máxime si el compañero era un tipo algo timorato que se cortó con cierta facilidad. Se aclaró el malentendido escribiendo la palabra, obviamente.
Cuando me lo contaba, yo maquinaba en mi cabeza qué me hace reír y qué me hace amar. Y es que amor y humor, puede que no estén muy distantes uno de otro.
Le propongo un juego, amable lector que ha llegado aquí: Escribamos -o pensemos, si no tenemos deseo de escribirlo- una lista de cinco "cosas" que nos hagan reír y otras cinco que nos hagan amar.
Ahí va mi lista.
Ahí va mi lista.
REÍR
* Mantener la compostura en una situación en la que es obligatorio mantenerla ¿Nunca les ha entrado la risa floja en un velatorio o un entierro, o en un ascensor?.
* Leer un tebeo de Mortadelo y Filemón.
* Imaginar qué hubiera sido mi vida si me hubiese dedicado a otra cosa.
* La presunción y la altivez de esas personas que van por el mundo con la seriedad del burro pintada en el rostro.
* La cara de haba que se me queda cuando me cuentan un chiste que no entiendo.
AMAR
* Una mirada cómplice.
* El sentido del humor que acompaña a la mirada cómplice.
* La palabra inteligente que hay tras el sentido del humor que acompaña a la mirada cómplice.
Sí, lo sé. Me han faltado dos... Seguramente sean esos sentimientos que no somos capaces de indentificar, ni analizar, pero que nos dibujan una sonrisa en los labios sin saber por qué.
jueves, junio 07, 2007
Orillas

Algunas veces pensaba en los charcos. Literalmente. Se sentaba en el agua y decía que las ideas le nacían líquidas en la mente. "Quiero estar en tu orilla, acercarme al paisaje de soledad contigo". Luego, al caer la tarde y la noche se esparcía en gotas oscuras, tropezaba con la ausencia. Pero sonreía en silencio porque volvería a las orillas de ceniza donde el sueño imposible regresa con el viento de la tarde.
domingo, junio 03, 2007
Frases lapidarias
"Joder, qué tropa..."
(Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, refiriéndose a los miembros de la Real Academia que acababan de rechazar su candidatura para ingresar en la institución).
"Estos del Frente de Juventudes son niños vestidos de gilipollas mandados por un gilipollas vestido de niño"
(Agustín de Foxá, escritor, a Ramón Serrano Suñer, cuñadísimo, y al que estuvo a punto de darle un soponcio).
"Francamente, querida, me importa un bledo".
(Rhett Butler a Scarlett O'Hara, quien un rato antes había puesto a Dios por testigo de que no volvería a pasar hambre. En el guión original decía carajo y no bledo, pero el productor lo consideró excesivo.).
"¡A la mierda!"
(Fernando Fernán Gómez poniendo fin al acoso de un admirador que, en ese instante, dejó de serlo).
"Yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación que os debo, os la voy a pagar porque yo, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar..."
(Don Pablo, alcalde de Villar del Río, explicando a sus convecinos que había que dar la bienvenida a los americanos)
"No sé a qué viene tanto barullo si sólo van a caer cuatro gotas".
(Atribuída al cuñado de Noé cuando empezaba a llover y le metieron en el arca).
"Me es indiferente, uséase, inverosímil".
(El portero de la casa de "La gran familia" en una de sus delirantes sinonimias).
"Ya que no casto, sé cauto".
(Del refranero popular, recomendada por un amigo a otro amigo un poco pendón)
"¡Vive Dios que nunca muere
y si muere, resucita!
¡Viva la mujer que tiene
un amante jesuita"!.
(Antiguo alumno de los RR.PP. Jesuitas tras haberse soplado media docena de orujos).
"Se ha muerto el Bala, se ha muerto el Bala, se ha muerto el Bala, el Balaguer.
Ya quedan menos, ya quedan menos, ya quedan menos del Opus Dei".
(El mismo antiguo alumno jesuita con la docena de orujos completa y en versión cantable)
(Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, refiriéndose a los miembros de la Real Academia que acababan de rechazar su candidatura para ingresar en la institución).
"Estos del Frente de Juventudes son niños vestidos de gilipollas mandados por un gilipollas vestido de niño"
(Agustín de Foxá, escritor, a Ramón Serrano Suñer, cuñadísimo, y al que estuvo a punto de darle un soponcio).
"Francamente, querida, me importa un bledo".
(Rhett Butler a Scarlett O'Hara, quien un rato antes había puesto a Dios por testigo de que no volvería a pasar hambre. En el guión original decía carajo y no bledo, pero el productor lo consideró excesivo.).
"¡A la mierda!"
(Fernando Fernán Gómez poniendo fin al acoso de un admirador que, en ese instante, dejó de serlo).
"Yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación que os debo, os la voy a pagar porque yo, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar..."
(Don Pablo, alcalde de Villar del Río, explicando a sus convecinos que había que dar la bienvenida a los americanos)
"No sé a qué viene tanto barullo si sólo van a caer cuatro gotas".
(Atribuída al cuñado de Noé cuando empezaba a llover y le metieron en el arca).
"Me es indiferente, uséase, inverosímil".
(El portero de la casa de "La gran familia" en una de sus delirantes sinonimias).
"Ya que no casto, sé cauto".
(Del refranero popular, recomendada por un amigo a otro amigo un poco pendón)
"¡Vive Dios que nunca muere
y si muere, resucita!
¡Viva la mujer que tiene
un amante jesuita"!.
(Antiguo alumno de los RR.PP. Jesuitas tras haberse soplado media docena de orujos).
"Se ha muerto el Bala, se ha muerto el Bala, se ha muerto el Bala, el Balaguer.
Ya quedan menos, ya quedan menos, ya quedan menos del Opus Dei".
(El mismo antiguo alumno jesuita con la docena de orujos completa y en versión cantable)
jueves, mayo 31, 2007
lunes, mayo 28, 2007
Doctrina y opinión de Galileo
GALILEO GALILEI.- Cuando el Todopoderoso lanzó su gran "hágase", al sol le dijo que, por orden suya, portara una lámpara alrededor de la tierra como una criadita en órbita regular.
Pues era su deseo que cada criatura girara en torno a quien fuera mejor que ella.
Y empezaron a girar los ligeros en torno a los pesados, los de detrás en torno a los de delante, así en la tierra como en el cielo, y alrededor del Papa giran los cardenales.
Alrededor de los cardenales giran los obispos.
Alrededor de los obispos giran los secretarios.
Alrededor de los secretarios giran los regidores.
Alrededor de los regidores giran los artesanos.
Alrededor de los artesanos giran los servidores.
Alrededor de los servidores giran los perros, las gallinas y los mendigos.
Bertolt Brecht. Vida de Galileo (fragmento). 1938
Pues era su deseo que cada criatura girara en torno a quien fuera mejor que ella.
Y empezaron a girar los ligeros en torno a los pesados, los de detrás en torno a los de delante, así en la tierra como en el cielo, y alrededor del Papa giran los cardenales.
Alrededor de los cardenales giran los obispos.
Alrededor de los obispos giran los secretarios.
Alrededor de los secretarios giran los regidores.
Alrededor de los regidores giran los artesanos.
Alrededor de los artesanos giran los servidores.
Alrededor de los servidores giran los perros, las gallinas y los mendigos.
Bertolt Brecht. Vida de Galileo (fragmento). 1938
martes, mayo 22, 2007
Gota a gota

Me ha hablado el corazón secreto de la lluvia del perfume imaginado en la distancia.
He querido buscar el beso en los geranios del patio, entre diéresis dormidas. Quiero besarlo flor a flor, ser a ser, para levantar el peso del silencio.
Dame el quieto contorno de esas lunas de sombra, su canto contenido, su miel inmediata, aunque yo no sea en tu noche más que un lago, o una copa que pudieras beber entornando los ojos.
Gota de agua, o sonriente lágrima perdida.
He querido buscar el beso en los geranios del patio, entre diéresis dormidas. Quiero besarlo flor a flor, ser a ser, para levantar el peso del silencio.
Dame el quieto contorno de esas lunas de sombra, su canto contenido, su miel inmediata, aunque yo no sea en tu noche más que un lago, o una copa que pudieras beber entornando los ojos.
Gota de agua, o sonriente lágrima perdida.
lunes, mayo 14, 2007
Antes del odio
Con motivo del sesenta aniversario de la muerte del poeta oriolano Miguel Hernández, dimos unos recitales de su poesía en la ciudad. Casi siempre que preparábamos un recital acudíamos con él a un centro cultural de un barrio en el que colaboraba una compañera de nuestro grupo de teatro. Este centro, que se llama "El Tranvía" (pues ocupa las antiguas cocheras de los tranvías urbanos ya desaparecidos), sin ayudas oficiales hace una ingente labor de ayuda social con niños, jóvenes, inmigrantes, ancianos... Para nosotros era una delicia recitar los poemas y compartir con las personas mayores del centro un café con pastas con que nos obsequiaban amorosamente. El auditorio solía ser casi exclusivamente femenino y, siempre, generoso y agradecido.
Aquel día que recitábamos a Miguel Hernández había un hombre mayor que se sentó, junto a la que parecía su esposa, en la primera fila, justamente delante de mi. La sala era amplia y se utilizaba para múltiples actividades y cuando había un recital o una conferencia se colocaban las sillas ante una pequeña tarima en la que estábamos nosotros.
El recital era una antología estructurada cronológicamente de los poemas más representativos. Cuando recitaba uno de los poemas, advertí que el hombre de la primera fila, a metro y medio de mi, lloraba en silencio. Me sobrecogí, pues no era capaz de imaginar el porqué de aquel llanto sordo, desconsolado.
Al concluir el recital me acerqué instintivamente a aquel hombre, que se levantó y me abrazó.
-Gracias -me dijo con una sonrisa y la voz quebrada- por recitar estos poemas. Se los escuché a Miguel en la cárcel, fuimos compañeros de calabozo.
Era un viejo anarquista, Floreal de nombre, que compartió celda con Miguel Hernández, le vio gestar sus versos y los escuchó recién nacidos. En sus ojos húmedos no había odio, ni rencor, sino nobleza, cansancio y derrota. Ojos que habían visto demasiadas cosas para olvidar y lloraban con generosidad e hidalguía el recuerdo.

He aquí el poema de Miguel y de Floreal.
Miguel Hernández. Antes del odio. Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941).
viernes, mayo 11, 2007
Una marisopla (Égloga primaveral)
martes, mayo 08, 2007
Saludos de Benavente
A Don Jacinto Benavente le gustaba pasear y pararse en los escaparates de las pastelerías, ya que era muy aficionado a los dulces. En uno de estos garbeos, acertó a pasar ante la terraza de un café de la calle de Alcalá en el que solían reunirse los actores. Todos los que allí estaban se apresuraron a saludar a don Jacinto, que fue correspondiendo a los saludos estrechándoles la mano. Entre ellos había un joven que pugnaba por saludar a Benavente sin lograrlo hasta que, abriéndose paso entre el grupo que rodeaba al dramaturgo, se puso ante él y le dijo:
-Perdóneme, don Jacinto, pero como ha dado usted la mano a todos y no se ha fijado en la mía, quiero recordarle que yo hice un papel en Campo de armiño. ¿Es que no quiere saludarme?
Y Benavente, estrechando su mano con verdadera efusión, le respondió rápido:
-Sí, hombre, sí. Claro que quiero saludarle y claro que estrecho su mano, hombre. Ahora recuerdo que usted hizo un papel en Campo de Armiño. Conste que le saludo, ¿eh? Yo nunca he sido un autor rencoroso.
-Perdóneme, don Jacinto, pero como ha dado usted la mano a todos y no se ha fijado en la mía, quiero recordarle que yo hice un papel en Campo de armiño. ¿Es que no quiere saludarme?
Y Benavente, estrechando su mano con verdadera efusión, le respondió rápido:
-Sí, hombre, sí. Claro que quiero saludarle y claro que estrecho su mano, hombre. Ahora recuerdo que usted hizo un papel en Campo de Armiño. Conste que le saludo, ¿eh? Yo nunca he sido un autor rencoroso.
El joven desapareció como por ensalmo y Benavente siguió su paseo en busca de libros recién aparecidos o de pasteles recién salidos del horno.
lunes, mayo 07, 2007
Asesino de flores
Caminaba a destiempo por los jardines de la memoria. Hubiera querido abismarse en la nada, pero éso también estaba prohibido. Ella había escrito en piedra su destino y él se había resignado.
Cuando la niebla dejó de gritar y se disipó, las flores yacían sin vida y sin una sonrisa. No, la vida no tiene la culpa de nada.
Cuando la niebla dejó de gritar y se disipó, las flores yacían sin vida y sin una sonrisa. No, la vida no tiene la culpa de nada.
miércoles, mayo 02, 2007
domingo, abril 29, 2007
Saudade
Se sentó a mi lado y, sin apenas mirarme, me habló de su tierra y sus sueños:
"Y después vinieron las lluvias. Entonces fue cuando empezó a renacer en mí aquella tristura sin causa que nunca me había abandonado, pero que el sol estival de mi interior había intentado ahuyentar. Y pude palpar las nieblas de la mañana, y mis ojos se cegaron con la humedad del sol, y mi espíritu, alimentado con el calor de las lareiras, se arrulló en sueños contemplando aquel mar. Y después vinieron las lluvias. Y cuando desperté, los ojos llenos de paz, comprobé que en esta ciudad nunca llovía, como en mis sueños la saudade tallaba".
"Y después vinieron las lluvias. Entonces fue cuando empezó a renacer en mí aquella tristura sin causa que nunca me había abandonado, pero que el sol estival de mi interior había intentado ahuyentar. Y pude palpar las nieblas de la mañana, y mis ojos se cegaron con la humedad del sol, y mi espíritu, alimentado con el calor de las lareiras, se arrulló en sueños contemplando aquel mar. Y después vinieron las lluvias. Y cuando desperté, los ojos llenos de paz, comprobé que en esta ciudad nunca llovía, como en mis sueños la saudade tallaba".
martes, abril 24, 2007
Leyendas urbanas (V)
Como ciertos me contaron los sucedidos que, a continuación, relato y la fuente es de fiar. Yo, no había nacido, así que difícilmente puedo dar constancia de los hechos.
El profesor G., insigne catedrático de Derecho Penal, hace un examen oral a la señorita L. F. (que con el tiempo se convertiría en reputada feminista y abogada y posee un doctorado honoris causa por una universidad norteamericana), quien afirma con rotundidad que la alevosía es un atenuante. El profesor G. le pregunta con una agradable sonrisa:
-Señorita, ¿puedo hacerle dos preguntas que no tienen relación directa con el programa?
-Sí, claro -balbucea sorprendida la examinanda.
-¿Sabría decirme usted, aproximadamente, cuántos artículos tiene el Código Penal de Gran Bretaña?
La señorita sonríe ampliamente y responde con absoluta seguridad:El profesor G., insigne catedrático de Derecho Penal, hace un examen oral a la señorita L. F. (que con el tiempo se convertiría en reputada feminista y abogada y posee un doctorado honoris causa por una universidad norteamericana), quien afirma con rotundidad que la alevosía es un atenuante. El profesor G. le pregunta con una agradable sonrisa:
-Señorita, ¿puedo hacerle dos preguntas que no tienen relación directa con el programa?
-Sí, claro -balbucea sorprendida la examinanda.
-¿Sabría decirme usted, aproximadamente, cuántos artículos tiene el Código Penal de Gran Bretaña?
-257.
-¿Y sabría decirme en qué estilo de cama murió Luis XVI?
-Supongo que en una cama de estilo Luis XV -respondió la alumna sonriendo nuevamente.
El profesor G. la miró condescendiente, sonrió levemente y le dijo:
-Supongo que en una cama de estilo Luis XV -respondió la alumna sonriendo nuevamente.
El profesor G. la miró condescendiente, sonrió levemente y le dijo:
-Verá, señorita. La alevosía es un agravante, en Gran Bretaña no existe Código Penal y Luis XVI murió en la guillotina. Usted comprenderá que no la apruebe, ¿verdad?
En el aula magna de la Facultad de Derecho imparte su clase el profesor M., catedrático de Derecho Civil, persona agradable y famosa por su lenguaje florido. De repente, sobreviene un apagón y queda el aula en semi penumbra. Al momento, se abre la puerta y asoma la cabeza el bedel, a quien el catedrático se dirige en los siguientes términos:
-Ínclito bedel, ¿podría indicarnos la causa de esta súbita cesación del fluído eléctrico?
El bedel se encoge de hombros y responde:
-Ah, no sé. Yo es que venía a decirle que se han jodido los plomos.
-Ah, no sé. Yo es que venía a decirle que se han jodido los plomos.
sábado, abril 21, 2007
jueves, abril 19, 2007
Cariño entre autores
Se hallaba una tarde Jacinto Benavente en su habitual tertulia del café El Gato Negro, cuando se presentó Pío Baroja en la reunión.
Fue a sentarse en el diván junto al autor de Los intereses creados, y lo hizo precisamente encima del sombrero de fieltro de don Jacinto, chafándolo como un acordeón.
Cuentan que Benavente le dijo:
-Oiga, Pío, ha confundido usted mi sombrero con la gramática.
Fue a sentarse en el diván junto al autor de Los intereses creados, y lo hizo precisamente encima del sombrero de fieltro de don Jacinto, chafándolo como un acordeón.
Cuentan que Benavente le dijo:
-Oiga, Pío, ha confundido usted mi sombrero con la gramática.
Otra tarde en la misma tertulia.
Benavente está haciendo grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores de España.
-Pues don Ramón -le interrumpe uno de los contertulios- no opina lo mismo de usted.
Replica inmediatamente con su agudeza habitual don Jacinto:
-A lo mejor estamos equivocados los dos.
Benavente está haciendo grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores de España.
-Pues don Ramón -le interrumpe uno de los contertulios- no opina lo mismo de usted.
Replica inmediatamente con su agudeza habitual don Jacinto:
-A lo mejor estamos equivocados los dos.
martes, abril 17, 2007
Me enamoraste

Fue casi sin querer. Encontré tu mirada brillando desde la oscuridad y tuve la impresión de que estaba buscando encontrarse con la mía. O fue el deseo de recibir una mirada amable, como el cachorro vagabundo desea una caricia de quien se tropieza en su camino. Tu mirada, espléndidamente hermosa, me recorrió sin rubor, con inocente desvergüenza. ¿Cómo no iba a sentirme hechizado?
Luego te fui conociendo, con tus nombres diferentes, con la distancia insalvable, con la derrota del soñador. Pero para entonces ya me habías enamorado. La mirada en blanco y negro había estallado en un caleidoscopio de colores dentro de mí. Margarita, Rita, Gilda...
Luego te fui conociendo, con tus nombres diferentes, con la distancia insalvable, con la derrota del soñador. Pero para entonces ya me habías enamorado. La mirada en blanco y negro había estallado en un caleidoscopio de colores dentro de mí. Margarita, Rita, Gilda...
sábado, abril 14, 2007
Sólo un beso
Un beso, nada más que un beso, sólo un beso, el simple juego de los labios...
Cerraste tu boca, sellaste tus sentidos, quedaste ahogada por un beso que nunca supo que tenía alas.
Cerraste tu boca, sellaste tus sentidos, quedaste ahogada por un beso que nunca supo que tenía alas.
martes, abril 10, 2007
Poema Quince *
lunes, abril 02, 2007
Representaciones de la Pasión
Era tradición, hasta no hace mucho tiempo, representar La Pasión durante la Semana Santa. Ahora lo hacen, casi excepcionalmente, en algunos pueblos sus propios habitantes, y alumnos de los colegios religiosos. Pero hasta la década de los 60 era casi inexcusable. Y surgen muchas anécdotas a este respecto.
Todavía comentan algunos contemporáneos cuando, en 1959, los alumnos de los Maristas ofrecían la representación de Pasión y muerte de Jesús en el Teatro Principal. Había que sacar una borrica a escena sobre cuyos lomos Jesús bendecía a las gentes. No había burra y llevaron un burro, ¿quién iba a darse cuenta? Pero algún desaprensivo que se atizaba algún lingotazo de coñá para animarse a actuar, tuvo a bien compartir la bebida con el borrico, que entrampó una cogorza importante. Y el animalico se excitó. Al salir a escena, ¡menudo zurriago calzaba el pollino! Los espectadores despistados pensaron que era la primera vez que veían un pollino con cinco patas. Además, comenzó a ramalear y dió con el pobre Jesús por tierra en medio de las bendiciones, las palmas y los ramos de olivo.
Todavía comentan algunos contemporáneos cuando, en 1959, los alumnos de los Maristas ofrecían la representación de Pasión y muerte de Jesús en el Teatro Principal. Había que sacar una borrica a escena sobre cuyos lomos Jesús bendecía a las gentes. No había burra y llevaron un burro, ¿quién iba a darse cuenta? Pero algún desaprensivo que se atizaba algún lingotazo de coñá para animarse a actuar, tuvo a bien compartir la bebida con el borrico, que entrampó una cogorza importante. Y el animalico se excitó. Al salir a escena, ¡menudo zurriago calzaba el pollino! Los espectadores despistados pensaron que era la primera vez que veían un pollino con cinco patas. Además, comenzó a ramalear y dió con el pobre Jesús por tierra en medio de las bendiciones, las palmas y los ramos de olivo.
Las compañías de teatro que hacían la temporada de cuaresma, tenían como obligación ineludible ofrecer unas representaciones de la Pasión. Así le sucedió en Gerona a la compañía de José Monteagudo, que no la tenía en su repertorio. Pero había que comer y se dispuso a montarla y ensayarla deprisa y corriendo. El papel de Poncio Pilatos le correspondió al segundo actor, Armengod, más famoso por sus equivocaciones que por el dominio del oficio. Éste le prometió al director estudiar el papel aunque se lo sabía "a clavo pasado", le dijo. En los escasos ensayos Armengod no apareció por el teatro, pues un actor que se sabe el papel a clavo pasado no necesita ensayar. Llega la noche de la representación.
Jesús está en el palacio del procónsul. Un legionario se adelanta y dice, al tiempo que señala al Nazareno:
-Los fariseos y los escribas demandan la muerte de Jesús de Nazaret. Roma lo sentencia, el César lo confirma. Aquí está la orden.
Y muestra un pergamino. Armengod debía contestar: "Trae el pergamino". Pero se queda en silencio para mejor escuchar al apuntador y, al comprobar que no consigue oírle y que la pausa es ya demasiado larga, extiende la mano hacia el legionario y exclama en tono solemne:
-¡A ver! ¡Trae el telegrama!
Jesús está en el palacio del procónsul. Un legionario se adelanta y dice, al tiempo que señala al Nazareno:
-Los fariseos y los escribas demandan la muerte de Jesús de Nazaret. Roma lo sentencia, el César lo confirma. Aquí está la orden.
Y muestra un pergamino. Armengod debía contestar: "Trae el pergamino". Pero se queda en silencio para mejor escuchar al apuntador y, al comprobar que no consigue oírle y que la pausa es ya demasiado larga, extiende la mano hacia el legionario y exclama en tono solemne:
-¡A ver! ¡Trae el telegrama!
Doroteo Martí, uno de los grandes divos del teatro español del siglo XX tenía costumbre de dirigirse al público. Representaba la Pasión. Al final de la obra, clavado en la cruz, dejaba caer la cabeza sobre su pecho como muestra de haber exhalado su último suspiro. Ruedan las lágrimas por las mejillas de muchas espectadoras. Desciende y sube el telón repetidas veces para corresponder a los aplausos de un público entregado y conmovido (cada una de las subidas y bajadas se denominan "glorias" en la jerga teatral). En una de estas subidas el telón no desciende inmediatamente, queda alzado. El crucificado yergue la cabeza y en el tono más natural y simpático del mundo, se dirige a los espectadores, todavía conmovidos, y les anuncia:
-Mañana, en sesiones de tarde y noche: Genoveva de Brabante.
Y vuelve a quedar postrado, clavada la barbilla en el pecho, desmadejado el cuerpo, mientras continúan las "glorias" y los aplausos.
-Mañana, en sesiones de tarde y noche: Genoveva de Brabante.
Y vuelve a quedar postrado, clavada la barbilla en el pecho, desmadejado el cuerpo, mientras continúan las "glorias" y los aplausos.
martes, marzo 27, 2007
lunes, marzo 26, 2007
Memoria blanca
Se desnuncó el nunca conocido deseo de tu insomnio. Se desnucó la nuca vertebrada de tu risa. Se desnudó deprisa la cortina caída de tus ojos. La brisa barrió, aquella noche ya sin luna, todas las nubes desde la ingle a la cintura. El mar hizo madrugar a la memoria. Ahora la memoria se duerme en la nada blanca.
viernes, marzo 23, 2007
lunes, marzo 19, 2007
El tacto del espacio
Abres un río, una palabra cuyo roce pone sentido al tiempo y al espacio anfibios de la escritura. Viene en sus aguas, como el eco esperado, el rumor de la voz que acaricia y descompone la playa y su arena estremecida.
Quiero sentir mi cuerpo habitado por la sombra de tus manos en la magia envolvente de una eterna caricia.
Quiero tocar la distancia del espacio que nos separa.
Quiero sentir mi cuerpo habitado por la sombra de tus manos en la magia envolvente de una eterna caricia.
Quiero tocar la distancia del espacio que nos separa.
jueves, marzo 15, 2007
Rubor
lunes, marzo 12, 2007
Calumnias entre bastidores
Una actriz de la Comèdie Française se muestra muy disgustada por las envidias y los chismes de algunas de sus compañeras que, dice, le hacen la vida imposible.
Lucien Guitry, el insigne actor, amigo de la enojada comedianta, intenta consolarla pero ella, nerviosa y exaltada, rechaza su ayuda:
-Es inútil, querido Lucien. Yo no puedo respirar en este ambiente. ¡Aquí no hay más que murmuraciones y calumnias!
-Creo que exageras. ¡Calumniar en el teatro! ¿Cuándo? ¿Quién? ¿A quién?
-¡Siempre! ¡Todos! ¡A todos!
-Vamos, vamos -insiste, bondadoso, el actor- no digas simplezas. En teatro se inventa contra cualquier compañero una calumnia, y hace ya lo menos dos años que es verdad.
Lucien Guitry, el insigne actor, amigo de la enojada comedianta, intenta consolarla pero ella, nerviosa y exaltada, rechaza su ayuda:
-Es inútil, querido Lucien. Yo no puedo respirar en este ambiente. ¡Aquí no hay más que murmuraciones y calumnias!
-Creo que exageras. ¡Calumniar en el teatro! ¿Cuándo? ¿Quién? ¿A quién?
-¡Siempre! ¡Todos! ¡A todos!
-Vamos, vamos -insiste, bondadoso, el actor- no digas simplezas. En teatro se inventa contra cualquier compañero una calumnia, y hace ya lo menos dos años que es verdad.
sábado, marzo 10, 2007
Olas
Sueño despeinado
domingo, marzo 04, 2007
La noche del eclipse
viernes, marzo 02, 2007
Mirada de luna
miércoles, febrero 28, 2007
martes, febrero 27, 2007
Celos artísticos

Los cómicos son demasiado proclives a sentir celos de sus compañeros. ¿Por vanidad? ¿Por maldad? ¿Por ignorancia? Quizá por todas las razones -y no necesariamente separadas. No hay peor digestión para un cómico vanidoso que el éxito de otro cómico: No importa que sus características se ajusten a un canon diferente de personaje, el éxito ajeno es irritante y debería estar prohibido.
Madame Sarah Bernhardt detestaba el éxito ajeno, y en su caso no era por celos, ni maldad, pues ninguna actriz logró igualar su gloria mientras ella vivió, sino por una especie de imperialismo subconsciente que le hacía insoportable que en su presencia se hablase de otra actriz. Su pesadilla era Julie Bartet, que la había sucedido en la Comèdie Française.
Madame Sarah Bernhardt detestaba el éxito ajeno, y en su caso no era por celos, ni maldad, pues ninguna actriz logró igualar su gloria mientras ella vivió, sino por una especie de imperialismo subconsciente que le hacía insoportable que en su presencia se hablase de otra actriz. Su pesadilla era Julie Bartet, que la había sucedido en la Comèdie Française.
- ¿Tiene éxito?
- Oh, señora -respondía un imprudente- , más de mil personas la esperaban a la salida.
- ¿Para qué? -preguntó fríamente Sarah- ¿Para matarla?
- Oh, señora -respondía un imprudente- , más de mil personas la esperaban a la salida.
- ¿Para qué? -preguntó fríamente Sarah- ¿Para matarla?
viernes, febrero 23, 2007
martes, febrero 20, 2007
Mi luna
Clases de sacerdotes *
Según Fray Petronilo del Alfeñique, Arcediano que fue de la iglesia catedral de Santa Emerenciana, los sacerdotes se clasifican en:
- Parroquidermos
- Pulpitodontes
- Sotanídeos
- Curánganos
- Zampahostias
* Para Mosén Turulato
martes, febrero 13, 2007
El viento que te acerca
Anidas en el hueco de mi pecho,
tu cuerpo en mi latido es viento claro, fresco,
el sonido limpio de las noches y del aliento.
La distancia esdrújula y esquiva
nos acerca y te hace rima en cada beso.
Duermes acariciando el borde de mi cuerpo.
Sueño en tu sonrisa.
tu cuerpo en mi latido es viento claro, fresco,
el sonido limpio de las noches y del aliento.
La distancia esdrújula y esquiva
nos acerca y te hace rima en cada beso.
Duermes acariciando el borde de mi cuerpo.
Sueño en tu sonrisa.
lunes, febrero 12, 2007
Diva

Tomando café con unos buenos amigos hace un par de días, hablábamos del divismo artístico de una común amiga (somos cotillas, qué le vamos a hacer). Y en el teatro la diva por excelencia fue Madame Sarah Bernhardt. El dramaturgo francés Victorien Sardou dijo de ella: "Hay algo más admirable que ver actuar a Sarah Bernhardt: es verla vivir".
Por una especie de extraño mimetismo -común en muchos actores y actrices, pero desarrollado de un modo especial en madame Sarah- en la vida cotidiana era Fedora, Cleopatra, Fedra, Medea, al menos por el decorado y por su autoridad. Reinaba sobre los demás, sobre una corte de sirvientes, amigos, incluso los transeúntes. Su casa estaba llena de oro, ella no se sentaba sino en cátedras, no levantaba la mano más que para pronunciar palabras sentenciosas, viajaba como una soberana con su corte, sólo veía personas que se inclinaban a su paso.
La representación de Fedora debía comenzar, como estaba establecido, inexcusablemente a las ocho en punto. El administrador del teatro se acerca al camerino de Sarah Bernhardt y le dice: "Señora, serán las ocho cuando usted lo desee".
Por una especie de extraño mimetismo -común en muchos actores y actrices, pero desarrollado de un modo especial en madame Sarah- en la vida cotidiana era Fedora, Cleopatra, Fedra, Medea, al menos por el decorado y por su autoridad. Reinaba sobre los demás, sobre una corte de sirvientes, amigos, incluso los transeúntes. Su casa estaba llena de oro, ella no se sentaba sino en cátedras, no levantaba la mano más que para pronunciar palabras sentenciosas, viajaba como una soberana con su corte, sólo veía personas que se inclinaban a su paso.
La representación de Fedora debía comenzar, como estaba establecido, inexcusablemente a las ocho en punto. El administrador del teatro se acerca al camerino de Sarah Bernhardt y le dice: "Señora, serán las ocho cuando usted lo desee".
domingo, febrero 11, 2007
A flor de piel
lunes, febrero 05, 2007
Pas de votre tristesse
Los pateos y la influencia del teatro
Hace un siglo estaba muy extendida en España –sobre todo en Madrid- la costumbre del pateo en los teatros. Los había terribles. Era la manera de manifestar el desagrado que provocaba la obra y solía producirse el día del estreno, aunque ni autores, ni cómicos, estuvieran seguros de que no surgiera cualquier otro día. En muchas ocasiones no se debía a la pésima calidad del espectáculo, sino a intrigas turbias entre empresarios, autores, críticos, etc... De cualquier modo, un pateo producía verdadero pánico.
Ahora resulta impensable un estreno en el que pueda organizarse un pateo, pues el público amante y conocedor del teatro es escaso en esos actos y mayoritario el público de figurón y politiquería, tan probadamente iletrado en cuestiones artísticas como proclive a aplaudir todo lo que se mueva, aunque sea un acomodador. Si un ciudadano particular “pateara” una obra porque considerase que era horrorosa per se y su puesta en escena resultara presidiable, con toda probabilidad sería puesto en la calle por algún aguerrido guarda de seguridad entre los aplausos de un “respetable público” turbado por el conato de diferente opinión de un desclasado.
Ahora resulta impensable un estreno en el que pueda organizarse un pateo, pues el público amante y conocedor del teatro es escaso en esos actos y mayoritario el público de figurón y politiquería, tan probadamente iletrado en cuestiones artísticas como proclive a aplaudir todo lo que se mueva, aunque sea un acomodador. Si un ciudadano particular “pateara” una obra porque considerase que era horrorosa per se y su puesta en escena resultara presidiable, con toda probabilidad sería puesto en la calle por algún aguerrido guarda de seguridad entre los aplausos de un “respetable público” turbado por el conato de diferente opinión de un desclasado.
Eran otros tiempos, más o menos por 1908 según relataba el actor Enrique Chicote, cuando se organizó La liga de la alpargata para protestar contra la carestía del calzado. Todo el mundo utilizaba la paupérrima alpargata, incluso con traje de etiqueta. También en los escenarios, para no significarse contrariamente a la democrática protesta, los actores salían a escena en idénticas condiciones, calzando alpargatas aunque vistieran frac.
Pues resultó –ejemplo de la influencia social del teatro en aquellos tiempos- que una de las causas por las que fracasó el movimiento de la liga de la alpargata fue porque en los estrenos no se podía meter ruido con los pies; el de los bastones no era suficiente.
Si alguno de ustedes tiene la tentación de patear en un teatro, cuénteme sus sensaciones, se lo ruego.
domingo, febrero 04, 2007
Diálogo de amantes al separarse
La música entre los dos amantes, para disolver la pena de la partida. La música quiere ser una danza y no un desgarrón en ese marcharse, ese deslizarse hacia la vida y lejos de la vida, extraño péndulo del alma.
Los amantes buscan esa música, en ese momento, dentro de las palabras, en el polvo de los gestos. Y saben, que si tuvieran coraje, sólo el silencio sería música, música exacta, un largo silencio amoroso, un claro en la despedida.
ELLA: Adiós.
EL: Adiós.
Los amantes buscan esa música, en ese momento, dentro de las palabras, en el polvo de los gestos. Y saben, que si tuvieran coraje, sólo el silencio sería música, música exacta, un largo silencio amoroso, un claro en la despedida.
ELLA: Adiós.
EL: Adiós.
miércoles, enero 31, 2007
Equus contra Potter
Asisto con sorpresa a la polémica desatada por la presentación en sociedad del próximo estreno en una sala del West End londinense de la obra teatral de Peter Shaffer, Equus, con Daniel Radcliffe (el intérprete habitual de Harry Potter en el cine) como coprotagonista en el papel de Alan Strang.
Esta obra se estrenó en 1973 en el National Theatre de Londres y causó un gran escándalo. Entonces fue dirigida por John Dexter y protagonizada por Alec McCowen y Peter Firth.
Al año siguiente se estrenó en Broadway, en el teatro Plymouth con las actuaciones de Anthony Hopkins y Tom Hulce. Se ha venido representando durante estos últimos 30 años en escenarios de todo el mundo.
Al año siguiente se estrenó en Broadway, en el teatro Plymouth con las actuaciones de Anthony Hopkins y Tom Hulce. Se ha venido representando durante estos últimos 30 años en escenarios de todo el mundo.
El "escándalo" en su momento venía propiciado por la aparición del joven protagonista desnudo en escena. Un mozo de cuadra que amaba patológicamente los caballos ha cegado a seis de ellos sin razón aparente, por lo cual es juzgado. Su relación con el psiquiatra Martin Dysart hace que entre ambos personajes afloren escondidos fantasmas tensando, entre la sexualidad y la locura, el hilo conductor de la trama.
La obra es compleja y el papel de Strang, difícil. Un desafío importante para un actor casi adolescente.
La obra es compleja y el papel de Strang, difícil. Un desafío importante para un actor casi adolescente.

Hasta aquí todo parece normal. Pero... En la promoción de la obra han aparecido las fotos de Radcliffe ligero de ropa. Y se ha desencadenado la tormenta.
"Nosotros como padres sentimos que Daniel Radcliffe no debería aparecer desnudo. Nuestros hijos lo ven a él como un ejemplo. Estamos decepcionados por esas fotos y de ahora en más evitaremos llevar a nuestros hijos a ver sus futuras películas", destacó un comunicado de padres de "fans" de Harry Potter.
Los papis de los fans de Harry Potter (¿también hay clubes de padres de fans? Por asociacionismo que no quede, caramba) no quieren dejar crecer al chaval, ni dejarle demostrar que puede ser un gran actor. Adjunto la foto más "provocativa" de la promoción de Equus.
¿Será para tanto?
¿Será para tanto?
lunes, enero 22, 2007
La mirada de Venus

Le enseñó a buscar a Venus en un cielo tachonado de estrellas. Miraba constantemente hacia lo alto, rastreando el horizonte como si allá, a lo lejos, se encontrara el camino de la felicidad. Miraron en la misma dirección.
Le hizo creer que juntos alcanzarían el mar de la Vía Láctea, que el crepúsculo les convertiría en dioses de las sombras, que el despertar entre la hierba sería un brotar sin final, manando en su propia existencia
Le enseñó a buscar a Venus entre las estrellas, pero no tenía ojos, no sabía dónde miraba. Le engañó. No sabía de lo que hablaba, mentía sin piedad para que alguien le llevara de la mano. En un cruel acto de vampirismo sangraba la azul esencia de las estrellas que ignoraba y de las que hablaba como si fuesen de su propia materia.
Las cadenas del lazarillo de los sueños, apaleado por los hechizos ausentes de luna, chirriaban cada vez con más fuerza, oxidaban las muñecas y llenaban de serrín el corazón, mientras huía buscando, de verdad, las estrellas.
Le hizo creer que juntos alcanzarían el mar de la Vía Láctea, que el crepúsculo les convertiría en dioses de las sombras, que el despertar entre la hierba sería un brotar sin final, manando en su propia existencia
Le enseñó a buscar a Venus entre las estrellas, pero no tenía ojos, no sabía dónde miraba. Le engañó. No sabía de lo que hablaba, mentía sin piedad para que alguien le llevara de la mano. En un cruel acto de vampirismo sangraba la azul esencia de las estrellas que ignoraba y de las que hablaba como si fuesen de su propia materia.
Las cadenas del lazarillo de los sueños, apaleado por los hechizos ausentes de luna, chirriaban cada vez con más fuerza, oxidaban las muñecas y llenaban de serrín el corazón, mientras huía buscando, de verdad, las estrellas.
domingo, enero 14, 2007
De aplausos
Un mal cómico que representaba una obra muy dramática, oía cómo el público silbaba una perorata suya cada función. Un buen día el pobre infeliz no aguantó más y, cuando empezaron los silbidos, se adelantó a la batería y dijo:
-Respetable público, si no dejan de silbar y no aplauden, lo repito.
Recibió una gran ovación.
¿Qué es más apetecible, buscar el aplauso o la convicción?
-Respetable público, si no dejan de silbar y no aplauden, lo repito.
Recibió una gran ovación.
¿Qué es más apetecible, buscar el aplauso o la convicción?
miércoles, enero 03, 2007
La "cla"

Cuando mozo, solía acudir junto a las puertas del Teatro Principal -creo que estaba allí el Banco Ibérico- con el fin de conseguir una entrada de "cla" para asistir a la representación de la obra de turno. Allí, un andoba con puro (o sólo era "farias", que no distinguía yo entonces) nos vendía la entrada de gallinero a mitad de precio con la única obligación de aplaudir a la indicación de un propio que ocupaba una localidad estratégica. A los estudiantes amantes del teatro nos venían de maravilla aquellos descuentos para nuestros arguellados estipendios. La realidad era que pocas veces hacían falta las indicaciones, pues a mi pueblo venía el teatro justo y, o era muy bueno, o era rematadamente malo. Si era bueno aplaudías de buen grado y, si era malo, ni el jefe de "cla" se molestaba en aplaudir.
Esto de la "cla" era una costumbre teatral importada de los grandes coliseos europeos vinculados al género operístico. La vanidad y la rivalidad de los artistas de ópera había establecido la costumbre de distribuir unas localidades entre sus incondicionales con el fin de "romper el hielo" durante sus actuaciones, aplaudiendo ruidosamente en los pasajes que los propios artistas señalaban. Del libre albedrío de los artistas, pasó la costumbre a las empresas, ávidas de realzar a sus divos o para luchar contra la competencia de otros famosos artistas.
Es de justicia señalar que en las funciones de ópera, la mayoría del público de abono, las enjoyadas damas y los donosos caballeros muy puestos de frac, eran muy poco propicios a significarse con muestras de aprobación tales como los aplausos, que reputaban de verdadero "mal tono". Ellos pagaban y, con ello, no tenían por qué adscribirse a ningún género de manifestaciones de entusiasmo. A no ser que el sentimiento fuera tan intenso como para alcanzar ese punto de enardecimiento que hace olvidar la compostura. Sí resultaba -por el contrario- de buen gusto juntar las enguantadas manos aplaudiendo sin hacer ruido en tal, o cual, momento y, siempre, en aquellos en que el "claquer" se rompía las suyas a fuerza de batirlas. Tal ruido era interpretado por la gente de alcurnia como una especie de servidumbre, homenaje propio de vasallos. De ahí que se titulase "alabarderos" (guardias de Corps) a los que integraban la "cla" de los teatros.
Esto de la "cla" era una costumbre teatral importada de los grandes coliseos europeos vinculados al género operístico. La vanidad y la rivalidad de los artistas de ópera había establecido la costumbre de distribuir unas localidades entre sus incondicionales con el fin de "romper el hielo" durante sus actuaciones, aplaudiendo ruidosamente en los pasajes que los propios artistas señalaban. Del libre albedrío de los artistas, pasó la costumbre a las empresas, ávidas de realzar a sus divos o para luchar contra la competencia de otros famosos artistas.
Es de justicia señalar que en las funciones de ópera, la mayoría del público de abono, las enjoyadas damas y los donosos caballeros muy puestos de frac, eran muy poco propicios a significarse con muestras de aprobación tales como los aplausos, que reputaban de verdadero "mal tono". Ellos pagaban y, con ello, no tenían por qué adscribirse a ningún género de manifestaciones de entusiasmo. A no ser que el sentimiento fuera tan intenso como para alcanzar ese punto de enardecimiento que hace olvidar la compostura. Sí resultaba -por el contrario- de buen gusto juntar las enguantadas manos aplaudiendo sin hacer ruido en tal, o cual, momento y, siempre, en aquellos en que el "claquer" se rompía las suyas a fuerza de batirlas. Tal ruido era interpretado por la gente de alcurnia como una especie de servidumbre, homenaje propio de vasallos. De ahí que se titulase "alabarderos" (guardias de Corps) a los que integraban la "cla" de los teatros.
Gracias a ejercer de "alabardero" cuando jovenzano, pude disfrutar (y aprender) del oficio de Lemos, Merlo, Bódalo, Rodero, las Gutiérrez Caba, o la Riaza entre otros muchos por un módico precio.
Ya no existe la "cla", (en el teatro me refiero, que los modernos alabarderos cobran nómina y comisiones) y no hay mozuelos junto a las puertas de los teatros media hora antes de la función para conseguir una entrada a mitad de precio con derecho a aplauso.
Ya no existe la "cla", (en el teatro me refiero, que los modernos alabarderos cobran nómina y comisiones) y no hay mozuelos junto a las puertas de los teatros media hora antes de la función para conseguir una entrada a mitad de precio con derecho a aplauso.
martes, enero 02, 2007
Sueño de palabras

Un sueño absorto, bajo algunas tensiones, describía parte de lo que anidaba en su cerebro. Se veía más lejos y más joven, con una indumentaria en desaliño, reclinado delante de una mesa, rodeado de papeles, trabajando en la conclusión de algunos textos.
De pronto se sentía invadido por un terror extraño. ¿Se encontraba en el lugar debido?
¿No sería en algún purgatorio donde, en pago de todos los errores cometidos, estaba condenado a la pasión de escribir sin cesar hasta extinguirse?
¿Y para qué escribía? ¿Para quién? Se sintió alarmado. ¿Para sí? ¿Para llenar su tiempo con palabras? ¿Acaso para poder seguir tras sus pensamientos? ¿Tal vez se hallaba delante de su sombra, junto a un pequeño encuadre luminoso que fijaba la historia individual en la del universo y sus distancias?
Lo más trascendental era que el cosmos también tenía historia imaginable y en la imaginación se convertían todos los mundos en un solo mundo, porque las criaturas y los astros eran en sí enérgica unidad, revelación constante del secreto de lo distinto y lo uno entrelazados.
Por medio de la luz y la certeza de sentirse viviendo, se le abrían los puentes de las luces y las sombras como tangible norma existencial. Ante la claridad de la belleza aparecen borrados los misterios -escribió. Pero todo seguía siendo un sueño, interesante, pero sueño.
lunes, enero 01, 2007
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